sábado, 18 de octubre de 2008

TRADICIONS CATALANES (1) DEDICADO A SNIPER.

Le hemos encontrado una utilidad civilizada a las plazas de toros y las hemos convertido en plazas de todos.

Disfruten del castillo de diez pisos. Solo se ha visto en cinco ocasiones desde hace 300 años de historia.

miércoles, 15 de octubre de 2008

CENSURA EN ESPAÑA.

Esta semana me desayuné con esta noticia en el periódico El País:

Las marquesinas y los autobuses Madrid, cuya publicidad gestiona la empresa PubliSistemas, no exhibirán los carteles de la película Diario de una ninfómana, del director Christian Molina. Tampoco incluirá sus anuncios ni hablará de ella la cadena Cope. Molina se ha quejado esta mañana, durante la presentación de este trabajo, de la "censura" sufrida por la cinta, protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Belén Fabra y que se estrenará el próximo viernes. En el cartel, se muestra el vientre y los muslos de una chica en bragas de lencería negra, que en un gesto sensual se toca el pubis con una mano. La razón es que en la Cope la consideran de "dudosa legalidad" o "gratuitamente provocativa".


Uno se pregunta si es tolerable la censura en España en pleno siglo XXI, si realmente somos una sociedad moderna, europea y tolerante, o estamos tutelados por estamentos o grupos de presión como la Conferencia Episcopal, propietaria de la emisora COPE y sus políticos de cabecera, en especial la "liberal" presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre.

¿Donde están aquellos manifestantes que no hace mucho recorrían las calles de Madrid, manifestándose contra la imposición por parte del gobierno del estado de la asignatura de educación para la ciudadanía en el plan de estudios, al grito de LIBERTAD LIBERTAD LIBERTAD?

¿ Por donde andan quienes se rasgaban las vestiduras cuando el alcalde de la capital se querelló por injurias contra el locutor estrella de la COPE, acusándole de censor y liberticida?

¡LIBERTAD SEÑORES, LIBERTAD!


Pero para todos.

martes, 14 de octubre de 2008

EL FUEGO.



La nieve caía insistentemente en el exterior de la cueva, dentro, un pequeño grupo de hombres estaba reunido alrededor de un enorme oso que habían cazado unas horas antes. El líder del grupo procedió a gritar unas alocuciones guturales mientras sostenía el corazón del oso en sus manos y la sangre recorría los peludos brazos del cazador. Los demás gruñían insistentemente mientras esperaban la señal del jefe para empezar a comer las partes menos digeribles del animal.

En un rincón, uno de los miembros de la tribu se afanaba a frotar dos palos haciendo girar uno con las manos encima del otro; hacía muchas lunas que no se producía un incendio natural, y los últimos vestigios de fuego se habían apagado tras una inundación de la cueva durante una tormenta.

Mientras el jefe seguía gritando ensordecedoramente y sus compañeros en actitud sumisa esperaban su momento para hincarle el diente a aquella masa musculosa, en el rincón, una pequeña columna de humo se elevaba hasta el techo de la cueva, y los pequeños ojos del homínido se iluminaban de un rojo intenso.

Más de 10.000 años después:

eran las nueve de la mañana, y aquel grupo de tertulianos escuchaba de forma atenta como Federico gritaba acercándose al micrófono. El monólogo era una interminable lista de agravios de los cuales acusaba al alcalde de la ciudad, nadie se atrevía a interrumpir la diatriba, aunque hacía ya varios minutos que estaban en el tiempo de la tertulia.

En un extremo de la mesa, con un pequeño portátil, Don José estaba retocando la última entrada de su blog, un artículo sobre la exclusión de la lengua castellana en los colegios públicos y concertados de Catalunya y un vídeo con las declaraciones del Sr. Caja. Este tema había provocado un duro intercambio de insultos entre los participantes afectos a sus posiciones “heterodoxas” y otro pequeño grupo de “ortodoxos” irreductibles, esta vez los insultos y las amenazas entre ellos habían llegado al terreno personal, y a don José se le iluminaron los ojos de un color rojo intenso como hacía muchos años que no le ocurría. Al mismo tiempo , una maliciosa sonrisa se dibujaba en aquel rostro trabajado por la edad, el humo que observaba hoy en su modesta bitácora podía ser el presagio de un fuego devastador.