sábado, 14 de junio de 2008

EL PORVENIR (4)




Nada podría apartarle ya de ella tras ese beso, sintió como los suaves labios de Mara recorrían su cuello y dos afilados incisivos se clavaban como estiletes en la yugular. El dolor se transformó en una cálida sensación placentera, que recorrió su espina dorsal debilitándole hasta desvanecerse.

Al despertar ella seguía allí mirándole con ternura, desnuda, pálida como la luna. Daniel descubrió en ese instante la belleza de la oscuridad eterna.

martes, 10 de junio de 2008