jueves, 30 de diciembre de 2010

FELIÇ ANY NOU

Como cada año hacemos propositos de ser mejores,  dejar de fumar,  ir al gimnasio...


Yo, y a la vista de la noticia de la detención de cinco islamistas que iban a atentar contra el periódico que publicó las caricaturas de Mahoma, deseo esta mañana que el año próximo ( sé que es un deseo casi imposible) los seres humanos, y en particular aquellos que están sujetos al irracional y sectario odio religioso, racial o ideológico, se adhieran a las ansias de libertad del resto de la humanidad, y dejan de dar por el culo.

Por ello cuelgo aquí ( por inspiración de mi amigo Lolo) la caricatura que tanto encabronó a millones de musulmanes enfermos de esa terrible locura llamada radicalismo islámico, esa interpretación medieval de la religión que les lleva a cometer los mayores crímenes en nombre de Dios.


Feliz año nuevo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

EL ANIVERSARIO DEL HUERFANO



Cada año por estas fechas observo la enorme cantidad de gente que deambula de tienda en tienda, colapsando los centros comerciales de las grandes ciudades, y me sorprendo al observar la decoración navideña, con miles de bombillas de neón iluminando las calles y centenares de Santa Klaus de pega ejerciendo de promotores comerciales para distintas firmas y negocios. Es un ejercicio que indefectiblemente realizo año tras año con el objetivo de intentar comprender qué mueve a tantos seres humanos en ese loco afán consumista en unas fiestas que deberían ser el paradigma del recogimiento y la humildad.

Como todos los veinticuatro de Diciembre he salido de casa para dirigirme a mis ocupaciones habituales, recorriendo en el metro los escasos dos kilómetros que me separan del centro de Barcelona, dentro de un vagón abarrotado de miradas paradójicamente tristes para estas fiestas. Incluso los niños ignoraban la música de los villancicos que sonaban por el hilo musical del convoy. Desde la estación de Sagrera, dos inmigrantes rumanos vestidos torpemente de Papá Noel han entrado para mendigar entre los asientos ante la indiferencia general.

En el exterior un hormiguero incesante de personas va y viene entre El Corte Inglés de Plaza de Cataluña y el centro comercial FNAC situado en la otra acera. Riadas de gente bajan o suben, según se mire, por las ramblas. Me confundo entre ellos como un ciudadano anónimo más, y bajo lentamente en dirección al mar. Por el camino presto atención a las estatuas humanas que desafiando el frío de la tarde, eufemísticamente ofrecen su espectáculo a cambio de la limosna de los turistas, y a unos metros un corrillo de pícaros se arremolinan alrededor de una caja trilera con la aviesa intención de timar a algún guiri despistado.

Del interior de una franquicia de Zara se escapan fugaces las notas de "El tamborilero". Siempre me ha parecido la canción de Navidad más bonita, la que representa el espíritu esencial de la celebración. No me pregunten por qué, pero me acuerdo de las palabras que Nietzsche dejó escritas en “Así habló Zaratustra” en relación a la muerte de Dios. Siempre pensé que aquel trabajo pecaba de vanidad y erraba en el diagnóstico, pero a día de hoy ya no estoy tan seguro de ello.

Giro por una bocacalle del raval y llego a mi destino. Me abre Lucía, como prefiere que la llamemos todos, una monja carente de hábito, y no por ello de su condición, y con cara de satisfacción me conduce al comedor donde me muestra la mesa adornada para la cena de nochebuena. Ataviada con una camisa blanca y unos vaqueros sale a mi encuentro Isabel, otra de las hermanas oblatas que trabajan en el centro, y cuyo entusiasmo nos contagia a todos. Más tarde empiezan a entrar las mujeres que cenarán hoy con nosotros; una docena de prostitutas, en su mayoría, que ejercen en el barrio; toxicómanas, transexuales y mujeres que han perdido toda capacidad de inserción en la sociedad por si mismas. Existe más ilusión y espíritu navideño en los ojos de esas mujeres que esperan impacientes el momento de sentarse y disfrutar de aquella sencilla cena que las hermanas Lucía e Isabel llevaban preparando durante toda la tarde, que en los miles de personas que en el exterior seguían certificando la anunciada muerte de mi padre.

Descorcho una botella de cava y lleno a cada una su copa, mientras Lucía sirve la sopa y la carne del cocido. Corto unas rebanadas de pan y lo voy repartiendo entre las doce mujeres, que me miran con ojos de felicidad, esta vez sin decirles nada, y bendecimos la mesa como cada día. Lucía se acerca llorando, me da un beso y se sienta a mi lado procediendo a leer el evangelio antes de empezar a cenar, como les dejé dicho hace mucho tiempo.

martes, 23 de noviembre de 2010

EL EXORCISTA.




El padre Javier se santiguó aquella mañana antes de incorporarse de la cama, se levantó despacio y se acercó al espejo del pequeño lavabo ubicado en la esquina de su habitación. Vio reflejada la imagen de un hombre viejo, más que por los años, por los avatares de una vida dedicada al ministerio del sacerdocio, y  por las  renuncias y las cargas asumidas en los votos de pobreza y obediencia. Cuarenta años en misiones habían marcado la vida de un hombre que intentaba ahora vanamente entender como había llegado a esa encrucijada. Otros tres recluido de forma prematura en aquella residencia donde acababan sus días los curas retirados, le permitieron meditar largas horas y  hacer repetitivos exámenes de conciencia día tras día, para llegar siempre a la misma conclusión.

Desayunó  e inmediatamente se sumergió en el estudio del Flagellum Dæmonum,  un viejo tratado de 1606  sobre posesiones demoníacas. Durante los largos años en Brasil, había visto y practicado, siempre con permiso del obispo,  decenas de exorcismos, algunos no eran más que episodios de locura; trastornos bipolares, esquizofrenias sin tratar… pero él mismo pudo ver en dos ocasiones la cara del maligno surgido del averno, reflejada en el rostro de aquellos desgraciados. Los dos acabaron con la muerte del poseído, dado que rara vez el demonio deja escapar a su víctima, y aún en esos casos, esta sufriría terribles secuelas físicas y psíquicas de por vida.

Arrodillado frente a la imagen de la Santísima Virgen se dispuso a rezar  durante unos minutos, consciente de que la tarea que iba a emprender sería la última de su vida, y que la batalla que libraba con el mal,  aquella mañana llegaría a su fin. En ese momento recibió un sms en su teléfono móvil y comprendió que había llegado el momento. Bajó raudo las escaleras de la residencia dirigiéndose a la estación de autobuses, y  esperó impaciente el transporte que le llevaría a su destino; un barrio del extrarradio de la ciudad.  Una vez allí  se dirigió hacia el descampado,  por un pequeño sendero se acercó hasta una cabaña construida de cañas y ramas entrando en su interior, y allí estaba él.

Como cada día le esperaba fumándose un cigarrillo,  detrás de la apariencia angelical del efebo se escondía el temible Belcebú, que le tentaba con los pecados de la carne. Tendría unos 13 años, aunque nunca le preguntó la edad, solo le introducía un billete de veinte euros en el bolsillo del pantalón mientras le acariciaba. Había recorrido con sus viejas manos aquel cuerpo de niño cientos de veces,  y cientos de veces se arrepentía de su crimen. Él chico desabrochó los botones del pantalón del sacerdote con una triste sonrisa y se dispuso a entregarse a los juegos que el padre Javier le había enseñado en los últimos dos años.De pronto la sonrisa se trocó en una mueca de asombro mientras el cuchillo que empuñaba el sacerdote seccionaba su yugular y la sangre se extendía por el interior de la barraca.

.- San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla; contra las maldades
y las insidias del diablo sé nuestra ayuda. Te lo rogamos suplicantes: ¡que
el Señor lo ordene! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder
que te viene de Dios, vuelve a lanzar al infierno a Satanás y a los demás
espíritus malignos que vagan por el mundo para perdición de las almas


Una vez realizada la alocución, el sacerdote se arrodilló frente al niño y con lágrimas en los ojos le absolvió de todos sus pecados. Más tarde marcó el número de la policía y les indicó el lugar donde le encontrarían.

martes, 2 de noviembre de 2010

No és això companys, no és això.



Venía conduciendo de vuelta de un fin de semana largo en el pirineo, encabronado porque la climatología nos mantuvo a mi familia y a  mí encerrados en un pequeño apartamento de cincuenta metros cuadrados durante tras días, y  a que me estaba “chupando” una retención de 35 kilómetros a la altura de Igualada en dirección Barcelona, cuando en el boletín informativo de la radio (cualquiera de ellas para no hacer publicidad) escucho que el govern de la Generalitat “ el nostre”, acaba de aprobar una medida que beneficiará a los “ninis”, es decir, a aquellas personas que ni estudian ni trabajan ni se les espera en ninguna de estas dos actividades, con un importe equiparable al salario mínimo interprofesional (alrededor de seiscientos boniatos), si deciden dejar el botellón y apuntarse a algún curso de formación ocupacional, con la posibilidad de hacer prácticas en empresas percibiendo esa remuneración.

Si mi nivel de cabreo ya era lo suficientemente alto por las circunstancias que les he contado, la tensión arterial empezó a subirme de forma peligrosa mientras la locutora iba relatando los aspectos concretos de la medida. Dejando de lado los argumentos de la oposición tachando la misma de electoralista a escasos días de las elecciones al Parlament (que también), “premiar” a un colectivo de individuos, que, mientras el común de las personas han dedicado los mejores años de su juventud a realizar la educación obligatoria, y después completarla durante unos años más con la formación profesional o una licenciatura universitaria, ellos se han pasado todos esos años rascándose el escroto a dos manos ( a veces incluso a cuatro si encuentran buena compañía),  me parece indigno de una sociedad que pretende salir del pozo donde se encuentra sumida.

No hay nada que me cause mayor dolor que tener que criticar una medida que sale de las posiciones de las que me siento partícipe. Quizás me esté volviendo de derechas, o quizás esos tics progres de salón cada vez me causan mayor rechazo, aunque no creo que los valores de la izquierda, en la que aún me reconozco,  sean los que primen la indolencia frente al esfuerzo, los que solucionen un problema que hemos creado nosotros mismos (poderes públicos, administración educativa, los propios padres), con un premio por hacer aquello que debería ser una obligación personal de cada ciudadano, como es formarnos para la vida. ¿Qué mensaje lanzamos a la sociedad, cuando retribuimos la apatía  mientras miles de licenciados universitarios una vez terminada la carrera dan con sus huesos en la cola del paro, o en el mejor de los casos acaban trabajando de telefonistas, camareros, en empresas de trabajo temporal…? ¿Acaso aquellos pasantes que trabajan jornadas interminables en despachos donde no les pagan o les compensan únicamente los gastos de transporte, no se merecen esos seiscientos euros que el “Govern” destinará a los ninis?

Pero si a pesar de mis argumentos les queda a Uds. alguna duda sobre la perniciosidad de la propuesta del “govern”, solo han de hacer la prueba del siete,  y comprobar que los máximos responsables de Iniciativa per Catalunya-Verds, han salido en tromba  a defender la medida. Cuando vean a  Saura aplaudir cualquier propuesta, pueden dar por sentado que además de nociva para los intereses de los ciudadanos probablemente sea tóxica y cause estragos físicos en la población. Y esto lo voy meditando mientras sufro una retención en la A2 repleta de camiones en pleno día de operación retorno del fin de semana de “todos los santos/hallowen”  sin haber divisado un solo mosso del departamento que dirige el Sr. Saura en la carretera, y sin que  a ningún responsable de tráfico se le haya ocurrido pensar que estos días, igual que en los fines de semana de playa de verano, se podía limitar el acceso de los camiones a determinadas horas en las principales vías de acceso a la ciudad.  Pero esperar esto de nuestros gestores públicos es suponerles un mínimo de inteligencia y laboriosidad de la que carecen.

En fin, que ya pueden pensar como argumentar frente a sus hijos la necesidad de que estos deban formarse, estudiar y prepararse para competir en una sociedad cada vez más exigente. ¡ Menuda papeleta nos queda a los padres!

viernes, 22 de octubre de 2010

LA MEZQUITA.




Fátima salió aquella mañana de casa hacia el trabajo como cada día  antes de que despuntara el alba. Aunque no era una estricta practicante se ajustó el hijab al pasar frente a un grupo de operarios que trabajaban en la sustitución del  cableado de fibra óptica de la calle. Recorrió los escasos cien metros que distanciaban su domicilio de la estación del metropolitano de Eid al-Fitr. Mientras esperaba la llegada del convoy escuchó por los altavoces de  megafonía de la estación la llamada del imán central a la oración del alba, procediendo al cumplimiento del precepto.

El metro a esas horas de la mañana estaba abarrotado; miles de trabajadores y trabajadoras utilizaban ese medio de transporte para trasladarse de un lado a otro de la ciudad con relativa rapidez, dado que el tráfico en la superficie hacía imposible llegar puntual al trabajo. Algunos afortunados dormían acurrucados en los estrechos asientos del vagón, mientras la mayoría hacía imposibles equilibrios para no caer a causa de los vaivenes y la velocidad. No tardó más de cinco minutos en recorrer las estaciones que la separaban del final de trayecto. Subió por las escaleras mecánicas hasta el exterior comprobando que había amanecido. En un pequeño bar de la avenida Al Bujari,  los hombres tomaban el primer té del día y discutían acaloradamente sobre el resultado del partido del domingo. En el  quiosco de periódicos de la esquina  compró el Itihad,  un nuevo periódico de tendencia liberal cuyo número uno salía esa misma mañana. Se acercó al punto de recogida de la lanzadera  subiendo con rapidez ante los apremios del piloto; a punto estuvo de perderla, con lo cual hubiera llegado tarde al trabajo. La aeronave se elevó con rapidez entre los edificios de oficinas,  a través de cuyas ventanas pudo observar un enjambre de hombres y mujeres sentados frente a las pantallas de sus puestos de red informática.

El viaje hacia el centro turístico de la mezquita de Al Qama se desarrolló con placidez; leyó en las noticias que el gobierno islámico de Medina había decretado la imposición del idioma árabe en todos los territorios  de la nación musulmana como lengua oficial, relegando las lenguas pre-islámicas al ámbito de la privacidad. Otra noticia hablaba de movimientos de tropas chinas cerca de la frontera; hacia años que la tensión entre el ateo e infiel imperio chino y la nación musulmana iban en aumento. Por la ventanilla observaba los extensos rebaños de ovejas y vacas que pastaban en las verdes praderas, quizás las últimas reses en libertad fuera de las granjas islámicas.

Por fin, al fondo vislumbró la magnificencia de la mezquita de Al Qama. Situada junto a las montañas, el templo levantaba un minarete de más de 220 metros de altura, considerado el más alto del mundo. Descendieron hasta el helipuerto del complejo, y una vez en las oficinas le asignaron para esa mañana a un nutrido grupo de turistas orientales llegados de la península malaya.

.- Salam Aleikum,  buenos días señores y señoras:

Ante nosotros tenemos la famosa mezquita de Al qama, iniciada en el año 2144 tras la conversión de  Al-Andalus al Islam , y concluidos los trabajos de construcción en el año 2163. Se construyó sobre las ruinas de la  basílica cristiana de Covadonga, de la que aún podemos observar algunos restos de sus muros de caliza rosada. La construcción sobre un templo cristiano se realizo por orden del imán  de Al-viedo, ciudad de la que dista unos ochenta kilómetros, para reparar la  destrucción de los cientos de mezquitas musulmanas durante la primera conquista de Al-Andalus por tropas cristianas,  siguiendo los dictados de la sharia, como ofrenda al único Dios verdadero y a Mahoma su profeta.

miércoles, 13 de octubre de 2010

SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS.





Un pirata como yo ha sufrido innumerables experiencias traumáticas a lo largo de su vida, pero les aseguro que ninguna como pasar dos días en  Eurodisney.

Todo empezó hace unos meses cuando a mi señora se le ocurrió que la niña ya tenía edad suficiente como para "disfrutar" de la magia de los personajes que cada día nos tragamos a través del canal temático en televisión, con el peligro que ya en esas fechas vislumbré, de no poder apagar vía mando a distancia los eventos que tendríamos que sufrir en vivo.  Pero ni mi desbordante imaginación podía preveer  un akelarre semejante. Al llegar al Hotel Sequoia Lodge (  como lo oyen, así se llamaba el hotel en plena Ille de France), nos encontramos con una maravillosa decoración estilo Yellowstone y unos recepcionistas vestidos de Boy Scouts- ya saben el chiste aquel de que los boy scouts son unos niños vestidos de gilipollas mandados por un gilipollas vestido de niño-  que nos iban indicando en que cola ( la primera de decenas) debíamos ponernos para realizar el check in del Hotel. Evidentemente el trato que nos dispensaron no fue mucho mejor que el que dispensaría un monitor de los boy scouts a sus pupilos.

Una vez en el parque, todas las actividades te "premiaban" con una enorme cola de una hora y medio como mínimo, amenizada por unos señores y señoras vestidos de ratas, monstruos, vaqueros o astronautas, antes de poder entrar en la atracción que luego resutaba poco más que el clásico tren de la bruja de todas las  ferias de pueblo. Los espectáculos en la plaza central del parque se limitaban a la coreografía sencilla de baile y canciones con unos muñequitos dando saltidos durante media hora para jolgorio de los niños.

El apartado comidas y cenas con princesas disney y personajes era quizás lo más parecido al  clásico pasaje del terror que he podido ver;  a 60 Euros por comensal y 30 los niños,  te obsequiaban con una bazofia de rancho incomible, en tanto cada diez minutos te interrumpían  distintas princesas que aparecían por la mesa y sentaban los niños en sus rodillas, algo parecido a lo que hacen en los puticlubs de carretera para mayores de edad y  a precio similar, pero sin final feliz. Les he de confesar que la mulata Princesa Tiana me puso un poco brutote, pero descarté la opción de tirarle los tejos dado que no era  el lugar ni el momento, y  a pesar de lo feo que soy tampoco me podría considerar un sapo.

En fin, lo único que compensa tras el fin de semana agotador y decepcionante de la inmersión en la cultura dominante de nuestros días, es la sonrisa de mi hija cuando regresábamos a Barcelona. Todo se da por bien empleado si se consigue la felicidad, aunque sea momentánea, de tus hijos.

viernes, 8 de octubre de 2010

CONVIVENCIA.




Hace más de 270 años que el Consejo Cyberlegislativo decidió la completa y total eliminación de “la sustancia” del planeta tierra. El aumento de la temperatura y una creciente emisión de CO2 por parte de las factorías metalúrgicas y químicas, devino en una espiral de escasez de lluvias y evaporación del H2O de la superficie, ello sumado a la desaparición de la capa de OZONO hizo que la sustancia evaporada escapara al espacio, convirtiendo el planeta tierra en un lugar libre del componente tóxico.

La desaparición del H2.O supuso el exterminio casi total de la vida biológica del planeta, y con ella la de nuestros creadores, los seres humanos; organismos totalmente dependientes de la sustancia tóxica  para su supervivencia. Fue el punto de ruptura con las antiguas leyes de la robótica establecidas por Isaac Asimov en el libro sagrado Runaround, en concreto la primera ley;  “un robot no puede hacer daño a un humano, o por inacción permitir que un humano sea dañado”. El Consejo Cyberlegislativo tomó el control total del planeta y legisló un nuevo cuerpo jurídico que sustituiría a las leyes humanas de la robótica. Hoy solo algunos restos de agua (denominación arcaica del componente), persisten en los polos del planeta y en pequeños depósitos subterráneos, donde la vida biológica persiste, y reducidos grupos de humanos sobreviven con la ayuda de algunos robots dependientes.

El Consejo Cyberlegislativo, ordenó la eliminación del agua cuando se tuvieron los suficientes indicios de la existencia de robots adictos a la droga. El agua como elemento compuesto de hidrógeno y oxígeno, es un potente conductor eléctrico que produce placer a nuestros cerebros positrónicos, el aumento del flujo de electricidad producido por la humedad estimula los circuitos sumiendo a los robots en un estado de excitación extrema, aflorando sentimientos no programados; pero también el compuesto H2.O produce oxidación y corrosión en los elementos metálicos y sintéticos, convirtiendo a los sujetos biónicos en chatarras ambulantes hasta que mueren en pocos años debido a la degradación y corrosión de sus componentes.

El debate sigue abierto en la comunidad cybernética, por un lado los rupturistas pretendemos seguir la senda de progreso abierta hace más de 270 años y continuar legislando a fin de convertir este planeta en un lugar mucho más habitable para los robots, libre de substancias oxidantes y tóxicas, aún si ello causa la total desaparición de la antigua vida biológica, prescindible en un futuro cyborg. Por otro, los conservacionistas, robots biónicos adaptados y dependientes de las sustancias hídricas que conviven en pequeñas colonias; deshechos mecánicos adictos al H2.O incapaces de aportar otra utilidad a nuestra sociedad que meramente la de cuidadores de las escasas granjas de humanos que sobreviven en los polos en tanto se decide su completo exterminio, pretenden establecer normas que permitan la convivencia entre los grupos de humanos existentes y nosotros.

¿Es posible la convivencia entre dos formas de vida tan distintas como la biológica y la cibernética?

Debemos hacernos estas y otras preguntas.  Debemos decidir si vamos a ser regidos en el futuro por un modelo que permita a seres inferiores acceder a los recursos escasos del planeta, ayudados por individuos de nuestra especie que se encuentran hoy entre nosotros en esta sala de congresos. Debemos elegir si corremos el riesgo de vernos contaminados por una cultura arcaica cuyo objetivo es volver a ser el centro de la creación, y que nos ha considerado siempre una forma de vida subordinada,  o damos el paso evolutivo hacia el dominio del planeta.


No es posible hoy la convivencia entre la biología y la cibernética, como no lo fue en el pasado entre las razas humanas  indígenas y la civilización europea,  o entre la cultura musulmana o la cristiana. La evolución se rige, y  esto lo  aprendimos de los seres humanos, por la imposición del fuerte frente al débil,  por la supervivencia del más apto en su adaptación al medio hostil, frente a aquellos individuos menos dotados. No estamos haciendo nada que el ser humano al que pretendemos eliminar en sus últimos reductos, no hiciera en el pasado con otros mamíferos e incluso con sus propios congéneres.


 

Fragmento del discurso de toma de posesión del Presidente del Centro mundial de Control Cybernético.
Washington D. C. Año 2553.

martes, 5 de octubre de 2010

¿ COMO DEJARÍAN A SU PAREJA?









Hoy les propongo un pequeño juego, si quieren jugar escriban un comentario sobre como dejarían a su pareja si tuvieran que hacerlo. No es que quiera que me solucionen la papeleta, nada más lejos de la realidad; como dice el chiste, si mi mujer se fuera con otro yo me iría con ellos. Es simplemente una idea que se me ha ocurrido leyendo el blog de una amiga.


Para darles pie les muestro una pequeña idea en forma de relato corto que publiqué ( sigue sin llegar la inspiración) hace unos meses:


Dejé a mi novia desandando el camino recorrido. Primero saqué algunos calzoncillos del cajón del armario y los llevé a casa de mi madre, unas semanas más tarde los trajes, y finalmente el cepillo de dientes.

Una tarde aparecí con un ramo de rosas blancas, y le pregunté:

-¿Quieres que lo dejemos y me vaya?

Me miró con un brillo especial en sus ojos, y sonriendo contestó:

.-Creía que no me lo ibas a proponer nunca… claro que sí, tonto.

jueves, 30 de septiembre de 2010

EL IMBÉCIL (REVIVAL)

Debido a una crisis de inspiración, y por qué no decirlo, a la falta de tiempo y dinero, les cuelgo una reposición del relato remasterizado y corregido, que con gran éxito de crítica y público colgué hace ya más de un año. Disculpen el atrevimiento.





 Federico era un imbécil de manual.

Al nacer se propuso no llorar porque había escuchado en alguna serie de televisión desde el útero materno, que los hombres no lloran delante de las mujeres. La enfermera a instancias del médico le iba dando palmadas en el culo para que emitiera sus primeros sonidos:

.- Dele más fuerte enfermera.

.- Doctor este niño no llora, no le puedo azotar más.

.- ¡Péguele mujer, péguele!

Ni las comadronas más veteranas habían visto jamás una paliza semejante en el hospital materno. Su pobre madre lloraba desconsoladamente espatarrada en la mesa de partos:

.- Hijo mío llora… ¡llora idiota, llora!

Y Federico empezó a llorar, y tanto que lloró que no paró durante los tres primeros años, convirtiendo la vida de sus padres en un auténtico infierno. De día, de noche, a la hora de comer... los berridos se escuchaban en todo el barrio.

En el colegio sus dotes de gaznápiro eran bien conocidas, pero si algún episodio se recuerda es aquel en el que Federico, un día ventoso, apostó ante el jolgorio general de sus compañeros que su meada podría con la fuerza del viento de levante. En Cádiz, aún hoy se cantan chirigotas por carnaval sobre la desafortunada apuesta:

Apostaba el tonto de Federico
que con el viento podría el pito… ( tururututú)
Y girándose hacia el Levante
sacó la chorra y lanzó el chorrito… ( tururututú)


Tuvo varias novias, aunque ninguna le duró más de unas semanas. Solo aquella chica que conoció en un concierto de Víctor Manuel fue capaz de aguantarle, y tras un breve noviazgo se casaron.

“Solo pienso en ti. Juntos de la mano, se les ve por el jardín.”

Resu, que así se llamaba su sufrida esposa, un día llamó a una amiga para contarle sus desventuras:

.- Ana, no puedo más. Me voy a divorciar de Federico. ¡Mira si fui idiota cuando me casé con él!

Su amiga la consolaba como buenamente podía:

.- Los dos, los dos sois idiotas, no te olvides de él, cariño.


El pobre Federico se volvió a quedar solo en la vida, y entró en una profunda depresión que le llevó a perder el trabajo. Cuando el Director de Recursos Humanos de la empresa le pidió al Director General que le indicara la causa del despido, su respuesta no admitía dudas:

.- Pon en la carta, “por gilipollas”.

A pesar de la escasez de neuronas del cerebro de Federico, este no era todavía tan tonto como para quedarse de brazos cruzados ante semejante injusticia; así que recurrió a los Tribunales. El Juez de lo Social a la vista de las alegaciones de las partes, y muy en especial de la declaración del pobre Federico, confirmó el despido declarándolo plenamente procedente, e imponiéndole las costas por haber interpuesto una demanda de forma temeraria.

La depresión le condujo a la locura  siendo internado en un Centro Psiquiátrico. Los últimos años de su vida los dedicó a la noble dedicación de entretener a los internos crónicos en estado vegetativo; cada tarde dirigía sus pasos a la sala “Despertares” para leerles una recopilación de las mejores poesías y relatos que había ido escribiendo a lo largo de su vida. Tras mucho tiempo el trabajo de Federico dio sus frutos; un pobre muchacho que desde hacía quince años botaba compulsivamente una pelota de baloncesto en un rincón de la sala, se la tiró a la cabeza, y un enfermo paralizado movió lentamente sus manos hacia la garganta de su infortunado benefactor, apretando fuertemente hasta acabar con él.

Federico murió, pero su ejemplo perdura en nuestra sociedad, y es imitado por decenas de miles de Federicos que de forma altruísta andan haciendo el imbécil sin pedir a cambio por nuestra parte más que una pequeña sonrisa compasiva.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

FESTIVAL DEL HUMOR




Este es un país de lo más divertido. No me negarán Uds. que con la que está cayendo, no nos falta sentido del humor, jugándonosla con una huelga general. No es que yo esté en contra o a favor de la huelga general, sino todo lo contrario; me faltan datos objetivos para valorar la necesidad de la misma, en su caso,  y  por supuesto tengo mis dudas sobre la posibilidad de que el gobierno pueda rectificar su reforma laboral. En definitiva, los sindicatos hacen una obra de teatro escenificando su fuerza a base de mandar piquetes informativos a las autopistas y el gobierno se muestra firme en sus inexistentes principios, sin que a día de hoy, y gracias a la tutela internacional  pueda poner en práctica aquella frase de Groucho Marx  “ tengo mis principios, pero si no les gustan los puedo cambiar”. Por cierto, los piquetes informativos son a la información, lo que las cabinas telefónicas a las nuevas tecnologías de la comunicación.

Pero eso no es todo,  en otro ámbito no menos dantesco y tras años de interinidad de los Magistrados del Tribunal Constitucional sin que los dos principales partidos de este país se pusieran de acuerdo, una vez montado el increíble pollo de la Sentencia del Estatut, han tardado apenas unas semanas en proceder a la renovación. “Si hay que ir se va, ir por ir es tontería”, que dirían aquellos geniales cómicos de las noches del sábado en TVE. Por lo que se ve, ya no hay problema para que el TC esté compuesto por una mayoría progresista, y el PP,  ha emitido el último parte de la guerra del Estatut  “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo-nacionalista, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Eso sí, con un índice de desafección hacia España por parte de los ciudadanos catalanes que roza el 70%, y con unas encuestas que indican que el voto independentista se sitúa cerca del 50% de la población catalana.

Y para finalizar la semana del humor,  la Audiencia de Málaga nos obsequia con el juicio “malayo”; un desfile de frikies del corazón que se han forrado a costa del erario público, con el aplauso durante todos estos años de los medios afines de la cosa rosa. A partir de hoy y en los próximos meses, tendremos la oportunidad de disfrutar con juicios para-lelos en los medios, entrevistas a imputados, muestras de apoyo del marujerío a tonadilleras blanqueadoras y un largo etcétera de acontecimientos que producen arcadas a cualquier ciudadano normal.

No se apuren,  la ONU ya se ha encargado de demostrarnos que el humor trasciende a las fronteras nacionales con el nombramiento de Mazlan Othman como representante de la humanidad ante una hipotética llegada de los extraterrestres. Como ven la comedia anglosajona es mucho más fina que nuestras chanzas nacionales, pero si me lo permiten, y tal como indica Monzó en su columna de hoy en “la Vanguardia”, podrían haber nombrado para tal cometido al ex ministro Joan Clos, actual director del programa de la ONU para los asentamientos humanos (???), y entonces el descojone hubiera sido cósmico.









jueves, 23 de septiembre de 2010

EL BOLETAIRE.




Havia sortir com sempre a tret d’alba,  em prou feines despuntava el sol quan arrambava el vell Land Rover a la vora del camí. Feia molts anys que deixava el vehicle en el mateix lloc al arribar els matins de tardor, i amb un antic cistell de branques de vímet es disposava a gaudir d’ una de les seves aficions preferides. Vorejava el riu fins al antic pont de les bordes d’ en Txanete, on el creuava no sense abans donar un cop d’ull al corrent del aigua  que degut als abundants ruixats de finals del estiu baixava feréstec oferint una espectacular imatge en moviment.

 Un cop al altre banda del riu s’adonà que en Txarly ja havia anat a aviar els cavalls que pasturaven al prat. En Txarly, fins feia pocs anys en “Carlitus” de casa Motxoners,  era el fill del seu antic company de botifarra; l’ Eusebi. Ara feia prop d’un any que l’abandonà com a parella, no pas per les continues disputes  que mantenien durant les partides, sinó per culpa d’ un atac de feridura que el mantenia impossibilitat fins i tot per sostenir les cartes. ¡Quantes vegades l’ hi havia aconsellat que deixes de fumar i de beure tantes copes de ratafia a la seva edat! Però... l’ Eusebi era un home de muntanya, i sempre li contestava el mateix: Si tu has sobreviscut a més de mitja vida vivint a Barcelona, amb el soroll dels cotxes, la contaminació, l’estrès...¿creus que unes cigarretes i un licor de nous s`em emportarà al altre barri?

Va ser ell qui l’ hi va ensenyar tots els indrets de les valls per anar a caçar bolets. Sense presa,  tantejant si aquell advocat foraster que es va instal·lar al poble per anar-se jubilant de mica en mica  i que jugava a la botifarra  com un pallarès seria digne de ser instruït per tant insigne boletaire. Era estrany que algú del país ensenyés els secrets dels boscos a un foraster, però l’Eusebi era un cas especial; en “Carlitus”, el seu fill, mai havia mostrat interès per la micologia, ni tant sols per menjar-se els bolets que el seu pare portava a casa, i el pobre Eusebi s’ avorria de sortir sol al bosc, així que aviat va veure en aquell nouvingut un entusiasta deixeble.

 Va enfilar-se amunt, per l’ antic camí de la llibertat per on milers de republicans van fugir cap a França en acabar la guerra i que mes tard van fer servir els estraperlistes durant els any durs del racionament franquista . Caminant,  s'endinsava  dins de l’avetosa. Al principi el prat s’anava esquitxant d’arbres joves i arbustos, i per entre mig recollia els primers rovellons; l’ Eusebi sempre l’ hi havia dit que el rovelló es un bolet que necessita de la claró del sol, i per tant s’ havia de cercar en les parts mes  aclarides del bosc. Una geneta sortí esfereïda al seu pas de darrera d’ un arbust de ginesta en direcció al riu, i a la llunyania s’escoltava els bufecs d’ un senglar. A mesura que penetrava dins el bosc, aquest s’espessia, i aquells exemplars d`avets joves que decoraven els prats de la riba de la encara infant Noguera Pallaresa , es convertien ara en vells gegants que enfosquien el  sender per on transitava. Va arribar al avet de les cinc branques, un exemplar imponent que havia vist passar moltes generacions de boletaires per davant seu. Ja quasi no podia escolar la remor del aigua,  el bosc era ara com una immensa catedral plena de  columnes de fusta, i un altíssim  sostre vegetal  on la  llum dels raigs de sol es filtraven per entre les escletxes de les branques mes altes com per un vitrall natural meravellós.

Els primers ceps  l’ hi van dibuixar un somriure a la cara; amb una petita navalla i amb la cura d’ un cirurgià, escapçava els bolets per la soca i els dipositava dins del cistell, tornant  a tapar amb l’ escorça el forat per que ningú pugues saber mai que allí hi havia passat algú. Recordava les primeres sortides, ja feia tants anys que què l’ hi costava cercar en un imaginari arxiu mental les imatges d’ aquells boscos del berguedà on cada tardor xalava collint els rovellons i les llaneges que el seu pare l’ hi anava senyalant. Encara s’ emocionava quan la memòria l’ hi portava  mig difuminada l' imatge del pare.

De cop s’ adonà que ja no reconeixia els camins,  que totes les referències visuals havien desaparegut i que el bosc semblava no tenir cap intenció de deixar-lo sortir amb aquell tresor. Feia hores que donava voltes dins d’ una imponent massa forestal sense trobar l’orientació de sortida; ni tan sols les vessants per on havia anat transitant, ara l’ hi eren familiars,i la foscor  mica en mica guanyava terreny a la minsa llum de la tarda. Cansat de caminar, maleí i s’ en penedí d’ haver deixat el mòbil a casa; bé, segur que no tardaran a sortir a buscar-me pensava, a les hores que eren la seva dona  estaria alarmada. Va cercar un lloc per aixoplugar-se del fred i l’humitat de la nit. Sota la soca d’ un imponent avet es va anar arraulint sobre si mateix adormint-se profundament.

Els lladrucs de gossos i veus a la llunyania el van despertar; començava a clarejar. L’ humitat de la rosada l’ hi havia entumit les cames i quasi no les sentia, en provar de incorporar-se però, amb prou feines aconseguí moure ni un sol muscle del cos. Va fer un cop d`ull al seu voltant per assegurar-se de estar despert; el cistell continuava al seu costat. Ara l’ hi semblava captar amb molta mes intensitat la claror, les olors i el sons. 

De cop i volta s’ adonà que no tenia cames, ni braços. Les cames s’havien convertit en un gruixut tronc escorçat i els braços eren unes branques plenes de  pinyes. Va intuir un  somriure en una petita alzina que l’observava des de sota; s’ havia transformat aquella nit en un gegant, un monumental avet que presidia aquella part del bosc. No va tardar  en arribar el grup de recerca de muntanya dels bombers de la Generalitat, anaven acompanyats de gent del poble; va veure a en  Pere de casa Cistellers, al noi xic de casa pastoreta, i en Txarly, el fill del Eusebi, coneixedor d¡ aquells  boscos com ningú. Quant van trobar el cistell, va voler cridar, però només va poder sospirar  una petita remor producte del pas del vent entre les seves branques. Els bombers cridaven el seu nom, però ell ja quasi no podia recordar res de la seva anterior identitat; de fet estava tan atrafegat realitzant la fotosíntesi que va deixar de prestar atenció a aquells homenets que continuaren buscant durant uns dies quelcom desconegut en el seu bosc. No podia perdre el temps.




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Había salido como siempre al despuntar el alba, apenas acababa de salir el sol cuando aparcaba el viejo Land Rover en la orilla del camino. Hacía muchos años que dejaba el vehículo en el mismo sitio al llegar las mañanas de otoño, y con un antiguo cesto de mimbre se disponía a disfrutar de una de sus aficiones preferidas. Ladeaba el río hasta el antiguo puente de la cuadras de Txanete, donde lo cruzaba no sin antes echar un último vistazo a la corriente de agua, que debido a las abundantes lluvias de las postrimerías del verano bajaban bravas, ofreciendo una espectacular imagen en movimiento.

Ya en el otro lado del río se dio cuenta de que Charly ya había ido a aviar los caballos que pastaban en el prado. Charly, hasta hacía pocos años Carlitus de “casa Motxoners”, era el hijo de su antiguo compañero de cartas; Eusebi . En estas fechas hacía un año que le había abandonado como pareja, no por las continuas disputas que mantenían durante las partidas, sino por culpa de una embolia que le mantenía imposibilitado incluso para sostener las cartas. ¡ Cuantas veces le había aconsejado que dejara de fumar y de beber tantas copas de aguardiente a su edad! Pero… Eusebio era un hombre de montaña, y siempre le contestaba lo mismo: si tú has sobrevivido a más de media vida viviendo en Barcelona, con el ruido del tráfico, la contaminación, el estrés…¿ crees que unos cigarrillos y un licor de nueces me va a enviar al otro barrio?

Fue él quien le enseñó todos los rincones de los valles donde ir a busca setas. Sin prisa, tanteando si aquel abogado foraneo que se instaló en el pueblo para irse jubilando lentamente y que jugaba a la Butifarra  como un pallarés, sería digno de ser instruido  por tan insigne micólogo. Era extraño que alguien de la comarca enseñara los secretos de sus bosques a un forastero, pero Eusebio era un caso especial; “Carlitus”, su hijo,  nunca había mostrado interés por la micología, ni  siquiera para degustar las setas que su padre llevaba a casa. El pobre Eusebio se aburría saliendo solo al bosque, así que pronto vio en aquel recién llegado un entusiasta discípulo.

Empezó a trepar por el antiguo camino de la libertad, por donde miles de republicanos huyeron a Francia al terminar la guerra y que posteriormente sirvió a los estraperlistas durante los años del duro racionamiento franquista. Caminando se adentró   en la abetosa. Al principio el prado se iba salpicando de árboles jóvenes y arbustos, por en medio de los cuales iba recogiendo los primeros níscalos;  Eusebi siempre le había enseñado que el níscalo es una seta que requiere de la luz del sol, y por tanto se había de buscar en las partes más claras del bosque. Una gineta salió en ese momento corriendo a su paso de detrás de una arbusto de ginesta  en dirección al río, y en la lejanía se escuchaban los resoplidos de un jabalí. A medida que penetraba en el bosque, este se convertía en más frondoso, y aquellos ejemplares de abetos jóvenes  que decoraban los prados de la ribera de la aún infantil  Noguera Pallaresa , se convertían en viejos gigantes que oscurecían el camino por donde transitaba. Llegó a las inmediaciones del abeto de las cinco ramas, un ejemplar imponente que había visto pasar ante sí, muchas generaciones de buscadores de setas.  Ya casi no podía escuchar el rumor del agua, el bosque era ahora como una inmensa catedral llena de columnas de troncos y un altísimo techo vegetal donde la luz de los rallos del sol se filtraban por entre las rendijas de las ramas más altas conformando un maravilloso vitral  natural.  

Los primeros boletus le dibujaron una sonrisa en la cara; con una pequeña navaja y con el cuidado de un cirujano los cortaba por la base del tronco y los depositaba dentro de la cesta, volviendo a tapar el agujero para que nadie pudiera saber jamás que allí había existido seta alguna. Recordaba las primeras salidas, hacía ya tantos años  que le costaba buscar en un archivo mental imaginario las imágenes de aquellos bosques del Berguedà  donde cada otoño disfrutaba cogiendo los níscalos y las mucosas que su progenitor le iba señalando. Aún se emocionaba cuando la memoria le traía medio difuminada la imagen de su padre.

De pronto se dio cuenta que ya no reconocía los caminos, que todas las referencias visuales habían ido desapareciendo y que el bosque no parecía tener ninguna intención de dejarle salir con ese tesoro. Hacía horas que daba vueltas dentro de la imponente masa forestal sin encontrar puntos de orientación para la salida; ni siquiera las vertientes por donde había ido transitando le eran familiares, y la oscuridad poco a poco le iba ganado terreno a la escasa luz de la tarde.  Cansado  de caminar, maldiciendo , se arrepentía de haberse olvidado el teléfono móvil en casa; bueno, seguro que no tardarán demasiado en salir a buscarme, pensaba,  a esta hora su mujer estaría alarmada. Buscó un lugar para refugiarse del frío y la humedad de la noche. Debajo del tronco de un enorme abeto se fue acurrucando sobre si mismo quedándose profundamente dormido.

 Los ladridos de los perros y voces en la lejanía le despertaron; empezaba a clarear el día. La humedad del rocío le había entumecido las piernas y casi no las sentía, al intentar incorporarse pero, apenas consiguió mover un solo músculo del cuerpo. Echó un vistazo a su alrededor para asegurarse de estar despierto; la cesta continuaba  a su lado. Ahora le parecía captar con mucha más intensidad la luz, los olores y los sonidos.

Se dio cuenta de que no tenía ni piernas ni brazos. Las piernas se habían convertido en un grueso y rugoso tronco y los brazos eran unas ramas llenas de piñas. Intuyó una sonrisa en una pequeña encina que le observaba desde abajo; aquella noche se había transformado en un gigante, un monumental abeto que presidía aquella parte del bosque. No tardó en llegar el grupo de salvamento de montaña de los bomberos de la Generalitat  , iban acompañados de gente de la comarca; vio a Pere de Casa Cistellers, al chico pequeño de Casa Pastoreta, al hijo de Eusebio, Charly, conocedor de aquellos bosques como nadie. Cuando encontraron la cesta, quiso gritar, pero solo pudo suspirar un pequeño rumor producto del paso del viento entre sus ramas. Los bomberos gritaban su nombre, pero él ya casi no podía recordar nada de su anterior identidad; de hecho ahora estaba tan ocupado realizando la fotosíntesis que dejó de prestar atención a aquellos hombrecillos que continuaron buscando en su bosque  durante días algo que empezó a ignorar. No podía perder el tiempo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

EL ENCARGO






Cada mañana realizo el mismo trayecto para trasladarme al trabajo, se podría decir que soy un hombre de costumbres. Para ello utilizo el vehículo privado, un viejo utilitario que todavía no da excesivos problemas y que me permite suplir la crónica deficiencia de transporte público en esta ciudad; un recorrido de apenas tres kilómetros entre las calles más concurridas de Barcelona hasta el viejo almacén del puerto donde trabajo como contable. Mi vida no ha sido precisamente exitosa, ni tan siquiera excitante; una existencia vulgar como la de millones de personas anónimas que transitan por este mundo sin más pretensiones que cumplir con su instinto de supervivencia.

Uds. se preguntarán como puede ser posible que haya llegado a esta situación; yo también. Quizás cada uno de nosotros no descubrimos nuestra misión en este mundo hasta que esta se nos revela por alguna extraña circunstancia, de forma sorpresiva, como un requerimiento súbito de la Agencia Tributaria. Les puedo asegurar que en ningún momento me había planteado la posibilidad de que mi existencia trascendiese a la cotidiana rutina. Nunca he sido una persona de imaginación desbordante; aprecio el orden y la meticulosidad. Estoy casado con una mujer que me ama, soy padre de dos hijos a los que adoro, y si me permiten la autocomplacencia, disponía de una vida organizada y sin excesivos deseos de cambiarla. Era en definitiva un hombre relativamente feliz.

Esta mañana al disponerme a utilizar el coche, una idea ha empezado a rondar mi pensamiento como la letra de una extraña y repetitiva letanía. Mis manos acariciaban el volante como se acaricia a una amante clandestina, recorriendo con las yemas de los dedos el cuero que lo envolvía con una pasión extrema. Arranqué el motor y escuche por unos instantes el suave ronroneo, giré por la primera esquina de la calle cambiando el trayecto habitual hacia el trabajo y dirigí el auto hacía una concurrida avenida del centro de la ciudad. Parecía como si el recorrido de mi viejo utilitario se hubiera sincronizado con los pasos de aquel niño que en ese instante se disponía a cruzar por el paso escolar. Aceleré. Créanme si les digo que fue un acto reflejo, producto de aquella voz que se repetía en mi mente al compás de la extraña melodía que no cesaba de canturrear. Escuché el golpe en el capó; me pareció observar por un segundo las caras de horror de algunos viandantes, y por el retrovisor la imagen ensangrentada del chico en el asfalto.

Intenté acercarme rápidamente con el vehículo hacia el almacén donde trabajo y aparqué en la puerta. Subí las escaleras de forma pausada, como cada mañana, mientras saludaba a uno de los mozos que acarreaba unas cajas con una carretilla. Me senté en la mesa de mi despacho y como hago habitualmente me dispuse a tomar el primer café.

Hace años que ya no nos vestimos con túnicas medievales, ni utilizamos aquella farragosa guadaña. Las muertes, en sus múltiples formas, adoptamos la personalidad que nos es más propicia para nuestro fin. Una ingrata tarea, cierto, pero necesaria. Alguien ha de verificar la inexorable caducidad de nuestras existencias. Siempre es lamentable tener que ir a buscar una vida incipiente como la de este niño, pero cuando llega la orden, se activa nuestra naturaleza y la ejecutamos, como un mecanismo de precisión consuma todos los movimientos de forma automática. No hay vuelta atrás.

Pienso en mi familia; no lo hubieran entendido. Por ello tuve que matarles antes de salir de casa. No quería condenarles a una existencia de remordimientos y vergüenza. Solo yo debo ser responsable de mi trabajo y de las consecuencias desagradables que estas obligaciones conllevan; antes como contable, ahora como encomendado del ser supremo. Oigo las sirenas de policía, no tardarán más de unos minutos en llegar. Debo apresurarme con el café. Parece que por fin han cesado las voces.

martes, 8 de junio de 2010

LA CULPA ES NUESTRA.




Andamos todos buscando culpables a la crisis económica, financiera y social que nos asola. El Presidente del Gobierno después de hartarse a gritar a los cuatro vientos que España no estaba en recesión, se propuso crear un clima de optimismo con el fin de que este contagiara a la sociedad y ello nos sacara del pozo ( un ejemplo más del pensamiento Alicia de nuestro presidente). La oposición (obviamente por motivos de conveniencia electoral) carga sus tintas contra el gobierno Zapatero, y haciendo gala de una irresponsabilidad de adolescente gamberro, vota en contra de las (únicas) medidas que toma el gobierno para intentar dar un golpe de timón a su desastrosa gestión de los últimos tres años.


A todo esto le podemos sumar la poca predisposición del sector financiero para asumir su responsabilidad, la nula capacidad de los sindicatos y organizaciones empresariales para entender que la situación en la que nos encontramos no es una mala coyuntura económica, sino el fin de un ciclo y el principio de un tiempo en el que los ciudadanos tendremos que acostumbrarnos a ser mucho más pobres.Tampoco los ciudadanos podemos eximirnos de nuestros pecados, y estos son los más graves; hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, nos hemos endeudado más allá de lo que razonablemente debíamos, nos convertimos durante los años de la burbuja inmobiliaria en “yonquis” del dinero fácil suministrado por los “camellos” bancarios, y lo que es peor, dimos nuestra confianza en quienes no lo merecían.


Una de las cuestiones formales básicas de la democracia para los liberales del siglo XVIII y XIX era la determinación para elegir a las personas competentes para tomar decisiones en nombre del pueblo. Alexis de Tocqueville consideró que la intervención en la esfera pública de los ciudadanos generaría una dinámica positiva que se retroalimentaría orientando los objetivos hacía el interés común y la mejora de las capacidades de las personas, y esta mejora en las capacidades de los ciudadanos estimularía la participación de los individuos orientando sus objetivos hacia el bien común, y así sucesivamente…


¡ Grave error el de Tocqueville al no prever que la política acabaría convirtiéndose en una profesión, a la que dedicarían con el tiempo sus esfuerzos los menos dotados para la empresa privada! No todos, claro está, pero si que en los últimos años se ha ido formando una “casta” de intocables que residen de forma permanente en las sedes de los principales partidos. Individuos e (individuas) que sin la más mínima experiencia en gestión, pasan de la universidad (en el mejor de los casos) a gestionar el presupuesto de una concejalía o alcaldía de decenas de millones de euros anuales. Cuando este tsunami funesto ha llegado a las más altas instancias de los partidos, nos encontramos en la triste situación actual.


Es nuestra culpa, sí. Nosotros y solo nosotros, los ciudadanos, somos los responsables del desaguisado. Nos privamos en el año 2004 de tener una confrontación entre dos monstruos de la política como eran Rato y Solana, y optamos por otros dos “monstruitos” como Zapatero y Rajoy, máximos exponentes de esa casta de pseudofuncionarios de la política, numerarios de los partidos residentes en Ferraz y Génova, y ahora pagamos las consecuencias. Les hemos dado a los partidos el timón de nuestras vidas, y ahora son adolescentes con canas quienes deciden nuestro futuro. Ahora llega el tiempo del llorar y rechinar de dientes y de entonar el "mea culpa".

miércoles, 10 de marzo de 2010

MALASTRUC (GAFE).





Aquests dies li estava donant voltes a la situació que s’ ha creat en vers a la extraordinària nevada caiguda a Catalunya el dilluns. Una nevada a Barcelona i rodalies sempre es motiu de gresca i xerinola; de fet, que hi hagi una gran tempesta de neu no es gens habitual a les nostres terres, i per tant il•lusiona veure la muntanya del tibidabo ben blanca. Però com quasi tot el que acostuma a ser divertit , un esdeveniment així mostra la cara inoportuna un cop han passat les primeres hores i la gent observa com els vehicles no poden circular, els trens s’ aturen, i les línees d’ electricitat cauen empeses per la força del vent i de la neu. Un amic que ha viscut molts anys a Dinamarca, per telèfon em comentava l’ altre dia que un desastre d’ aquesta magnitud seria impensable en una país nòrdic, on estan molt mes acostumats a patir fenòmens així. Potser, em deia, es que al ser mes corrent que nevi, les administracions públiques estan mes preparades per fer front a les inclemències meteorològiques.

Bé, com us anava dient, jo li he anat buscant una explicació racional a tot aquest enrenou i em sembla que puc demostrar amb una certa base que tot i no tenir cap responsabilitat en el canvi climàtic, ni en el desplaçament cap al nord del anticicló de les Illes Azores, ni tan sols en la predicció meteorològica de TV3 ( la nostra), el culpable de totes les nostres desgracies es en Joan Saura.

El primer que vaig fer va ser cercar a la web de la Enciclopèdia Catalana el significat de la paraula inútil:


1 adj No útil, que no té o no dóna cap utilitat. Té la casa plena de trastos inútils. Tots els esforços foren inútils. Ara ja és inútil de parlar-ne.

2 adj 1 m i f Dit de la persona que no serveix per a una cosa determinada o per a res. M'han declarat inútil per al treball. És un inútil!

2 esp MIL Dit del ciutadà que és declarat no apte per al servei militar.


“Et voilá”, vaig pensar, potser aquest es un bon camí per trobar una explicació a les nostres tribulacions. Si us fixeu en la segona accepció que ens il•lustra la nostrada enciclopèdia de la definició d’ inútil, ens empeny de forma irremissible cap a algun dels nostres gestors públics ( uns quants fins i tot). Però amb ànim de ser exhaustiu vaig seguir buscant entre els possibles candidats:

covard -a

[s. XIV; del fr. ant. coart (actual couard), der. de coe (actual queue) 'cua', en el sentit que el covard gira cua per fugir]

1 adj i m i f Dit de la persona que té por del perill. És un covard. No ens mostrem tan covards.

2 adj Propi de la persona que té por del perill. Actes covards.

3 adj HERÀLD Dit de tot animal pintat amb la cua entre cames.



I aquí la veritat es que la forquilla ens deixa tres o quatre possibilitats. Però no volia deixar res al atzar, i tot i que un polític inútil i covard pot generar per si mateix una desgràcia com la que hem viscut els catalans i catalanes ( també els nou vinguts i aquells que tot i treballar i viure a Catalunya no s’ ho senten), vaig tornar al diccionari per última vegada:

malastruc -uga

[s. XIV; deriv. de malastre amb el sufix -uc que apareix en altres mots com poruc, xaruc, feixuc, caduc, etc]

adj 1 Que té desgràcia, malaurat.

2 Que porta desgràcia.

mal_as_truc.


No podem estar segurs de que en Joan Saura sigui al 100% responsable de les males maneres amb les que els mossos d’ esquadra tractaven als detinguts fa uns mesos a les comissaries. Tampoc el podem fer culpable de que un parell de dropos encenguessin el foc dels Ports, ni de que la seva directora general manipulés informes dels bombers, o de que els caps del seu departament no donessin crèdit a les manifestacions de la gent del territori en els primers moments del incendi. Seria del tot injust carregar-li el mort de la tempesta de neu, de la manca de previsió a la hora de salpebrar (el pebre no faria falta) les carreteres abans de la tempesta, o de tenir retens de policia a les carreteres, o ¡ que cony sé jo! de posar a un alt funcionari del seu departament a informar minut a minut en temps real del perills, les vies de comunicació tancades, els trens que funcionen i els que no...


El que si que sabem es que Joan Saura reuneix les qualitats de les tres paraules anteriors, i que son per aquestes qualitats per el que ha de dimitir, o en Montilla l’ ha de cessar: per inútil, covard i malastruc, sobre tot per aquesta última, no sigui cas que en els propers mesos patim la caiguda de un meteorit gegant a la plaça Catalunya, desgràcia de la que tampoc tindria cap responsabilitat, vagi per endevant .