martes, 2 de octubre de 2007

A LA TERCERA VA LA VENCIDA




Se oyen estos días críticas hacía la monarquía española desde sectores tan alejados unos de otros como son grupo pertenecientes al independentismo radical catalán y medios de comunicación propiedad de la Conferencia episcopal. Quiero dejar sentado desde el principio que quien suscribe este artículo es un ferviente republicano, y por tanto mi posición en relación a esta cuestión no es inocente ni lo pretende ser, solo pretendo aproximarme a nuestro modelo de estado y hacer un humilde análisis de la oportunidad histórica que se nos plantea.

Nuestra Constitución del 78, se elabora por un constituyente nacido de las elecciones de 1977, elecciones con graves deficiencias democráticas (no hay que olvidar que el régimen surgido de la dictadura franquista tuteló todo el proceso de cambio político, y que los poderes fácticos del mismo, especialmente el ejercito amenazaba con un pronunciamiento militar, que cuatro años mas tarde se plasmó en el 23F). Por tanto, no fue ni libre, ni democrática la asumpción por parte del pueblo español de la monarquía Constitucional como modelo de estado, sino impuesta por la misma dictadura desde el día que Franco nombro sucesor a Don. Juan Carlos de Borbón. Monarquía a la que siempre se ha reconocido el papel fundamental que tuvo para abortar el intento de golpe del 23F, o cuando menos tras horas de titubeos agradecerle que finalmente se pusiera al lado de su pueblo.

La “res pública” romana, o aquello que pertenece al pueblo en contra posición con la “res privatae” es el concepto que debemos recuperar, como derecho alienable de los ciudadanos, de decidir sobre lo que nos pertenece a todos. Nunca la Monarquía podrá ser amada por el pueblo como lo es la república, porqué la monarquía nace del concepto patrimonialista del estado por parte del Rey, y del pacto de éste con sus súbditos a fin de mantener parte de los privilegios del antiguo régimen,(“res privatae”) en tanto que la república es el propio pueblo, erigido en rector de su destino.

Hoy casi 30 años después, España está madura para elegir su destino sin tutelas ni presiones, y , a la vista de la repentina vocación republicana de una parte de la derecha liberal de este país, aprovechar que la oportunidad la pintan calva y hacer ondear al viento la tricolor.

A la tercera va la vencida.