sábado, 22 de noviembre de 2008

LA MANADA (8)



Si tu nombre es Elena y te envia el destino
te convierto en estrella de mi copa de vino
si declaras la guerra a mi corazón
y me haces daño, te convierto en canción.

Juan Perro.



Pasaron más de tres meses, y mi vida en Madrid se volvió mucho más ordenada de lo que pensé en un primer momento, el ritmo de estudios en la facultad de Derecho de la Complutense me sumergió en una espiral de clases diurnas y noches de pasar apuntes a limpio; no conocer a nadie en la ciudad y ser un tipo aplicado, me facilitaba centrarme en mi objetivo, que era renovar la beca, por otro lado, la tranquilidad que me ofrecía residir en casa de mis tías, tan alejada del bullicio de los pisos de estudiantes y de las residencias universitarias, me permitían concentrarme en mi primer curso de Derecho.


Aquella tarde mis tías habían tenido que salir al médico para una revisión rutinaria de mi tía Encarnación, y yo me encontraba buceando entre las disposiciones del “Corpus Iuris Civilis” de Justiniano cuando sonó el timbre de la puerta, me levanté y abrí:


.- Hola, tú debes ser el chico de Barcelona, el sobrino de Doña Leonor.


Creí tener ante mí a una de las Venus más hermosas de la portada de mi manual de derecho Romano ¿me habrían causado las lecturas de los textos de Justiniano estas maravillosas alucinaciones? La observé unos segundos de arriba abajo, dándole un repaso visual que habría sonrojado incluso a cualquiera de las putas que diariamente me cruzaba en la calle Carretas al salir del metro, pero ella ni se inmutó, aguantó con una sonrisa espléndida mi inspección ocular. Era una mujer de unos treinta y tantos años, quizás cuarenta bien llevados, morena de manual, de ojos tan negros como mi aún ignorado porvenir, y con un cuerpo capaz de hacer detener a un tercio de la legión desfilando ante el Caudillo en el desfile de la victoria. Llevaba puesto un batín medio desabrochado que dejaba entrever el camisón de raso y unas enormes tetas que se mantenían erguidas a pesar de la edad y de la ausencia de sujetador, la melena estudiadamente alborotada y el rostro maquillado para la caza del pichón primerizo.Recordé en ese momento a mi profesor de historia del Instituto, un catalanista “ de la seba” como se suele decir, que fue expulsado de la docencia por decir cosas en clase como que “ en Madrid solo hay putas y militares”; ella, descartada su inclusión en la carrera militar, dado que por aquellos años todavía tan honorable institución no había sucumbido a las políticas de igualdad de género, tampoco parecía una muchacha de aquellas que fumaban y se dirigían a los hombres tuteándoles por la calle, así que pronto desveló el enigma.


.- Soy la vecina del cuarto, creo que no hemos coincidido nunca en el ascensor.


Seguro que no, tendría grabado en mi memoria aquel encuentro a fuego, semejante hembra no podía pasarme desapercibida.


.- Te he visto alguna vez, tu habitación da al patio de luces justo enfrente de mi cuarto de baño.


El morro que le estaba echando la señora era monumental, yo casi no podía articular palabra mientras mis ojos seguían inmóviles en aquel tremendo escote. Creo que acerté a decir que mis tías no estaban, pero era evidente que ella ya lo sabía.


.- Tengo un pequeño problema, la asistenta hoy tiene el día libre y el repartidor del butano me ha dejado dos bombonas en la puerta, no sé si estaré abusando de tu confianza, pero ¿podrías ayudarme a entrarlas en el piso?


Creo que logré balbucear un “por supuesto” tartamudeando entre las dos palabras, mientras cerraba apresuradamente la puerta del piso de mis tías de un golpe, sin percatarme que había dejado las llaves dentro. Ante mi cara de susto y al darse cuenta de mi descuido, la señora me dijo:


.- No te preocupes, puedes quedarte conmigo esta tarde hasta que lleguen tus tías, estoy sola, mi marido es Coronel del ejército y está de guardia, así que me harás compañía. Me llamo Elvira ¿y tu?


.- Javi, me llamo Javi.


Aquella fue mi mejor tarde en el foro, como se diría en el argot taurino, obviaré los detalles porque no creo que un caballero de mi edad deba alardear de sus grandes faenas de juventud, se podría decir que Elvira me dio la alternativa en el sexo; antes de ella había tenido la experiencia con la señora Puta de la calle Robadors, y el autoaprendizaje a dúo que practicábamos Loli y yo cuando encontrábamos un lugar escondido en el barrio, pero como aquella primera faena en "Las Ventas" ( que es como yo acabé llamando a la alcoba del Coronel y señora) ninguna.

viernes, 21 de noviembre de 2008

CHRISTINA ROSENVINGE ::: LDA versión KISS

A veces navegando, te encuentras de cara con tus demonios de juventud en forma de preciosa sonrisa, y cuando crees que ya les has vencido, te dan otro revolcón.

Si las músicas son estados de ánimo, esta es mi canción de la semana.

martes, 18 de noviembre de 2008

LOLITAS.





Si andas buscando lolitas, pornografía infantil y fotos de menores desnudos, y tu buscador te ha traído hasta aquí, has llegado al lugar adecuado.

Si has llegado hasta aquí estás de suerte porque voy a contarte una historia, la historia de millones de niños y niñas en el mundo que ven como su infancia es alterada diariamente por el consumo que tú haces de esas imágenes y vídeos. Niños y niñas que son sistemáticamente violados y a los que se obliga a prácticas sexuales no consentidas a edades en las que deberían jugar y descubrir la magia de la niñez. Y la culpa es en parte tuya, o mejor dicho, toda la culpa es tuya, sin tu consumo no habría negocio y sin negocio se evitarían el 80% de estos crímenes.

Podría contarte que tu IP es rastreada por los departamentos de delitos informáticos de todo el mundo, y que con toda seguridad algún día te cazarán, que perderás amistades y familia y verás como eres despreciado por la sociedad al haber cometido tan execrables prácticas, pero estoy seguro que ya eres consciente del riesgo que corres, y aún así lo corres. Sería muy ingenuo por mi parte pensar que voy a convencerte con unas pocas palabras de que cometes un terrible error.

Pero no quiero que te centres en el peligro que para tu vida, libertad y estabilidad familiar supone que seas detectado, hoy quiero que pienses en tus hijos si los tienes, en los pequeños que están siendo forzados para que tú sacies tus instintos durante unos minutos ante la pantalla de tu ordenador, de la niñez perdida, te quiero hablar de miles de niños que precisan atención psiquiátrica de por vida, a los que el disfrute del sexo adulto y libre se les veda por los terribles traumas que arrastran desde su niñez, de los miles y miles de menores esclavos sexuales en África y el sudeste asiático, obligados a prostituirse en beneficio de turistas occidentales, de los niños soldados y de las niñas esclavas de grupos paramilitares.

Hoy, cuando faltan dos días para el día 20 de Noviembre, Día Internacional de la Infancia, pretendo que reflexiones sobre todo esto, y que si has llegado hasta aquí no sigas. Ya has llegado demasiado lejos, pero todavía estás a tiempo de dar la vuelta a tu vida y empezar a comportarte como un ser humano.


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Reproduzco un pequeño cuento que escribí hace unos meses y que creo puede ayudar en esta campaña, a concienciar del preciado tesoro que es la infancia, ese periodo mágico de nuestras vidas del que nadie debería despertarnos antes de tiempo.




EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS.


Hoima, aquella madrugada escuchó ruido en el exterior de la casa donde vivía con su familia. Un grupo de más de veinte hombres armados entraron en la vivienda y separaron a las mujeres de los hombres; su padre y hermanos fueron sacados al exterior y tiroteados junto al pequeño huerto familiar, su hermana y su madre violadas y asesinadas ante sus ojos por una turba de hombres poseídos por el alcohol y la guerra. A ella una niña de apenas 8 años la secuestraron para ser utilizada como esclava en un destacamento rebelde cerca de la frontera Ugandesa. Hoima recordó aquel viejo cuento que le contó la madre Dominique en la misión católica, y para no perder el camino de vuelta a su aldea cogió un puñado de piedras que fue soltando desde lo alto del camión militar hasta que se terminaron unos kilómetros después.

Su vida junto a otras 5 niñas secuestradas en su misma aldea, se convirtió en un pequeño infierno cotidiano; cocinaba, lavaba la ropa de más de doscientos hombres, limpiaba los fusiles, cargaba cajas de munición en las largas marchas. Otros niños de más edad eran instruidos en el manejo de las armas y tras ser sometidos a una programación para matar, transformados en bestias asesinas. Cual absurda cenicienta intentó por todos los medios encontrar ese hada madrina que cambiase alguna de aquellas calabazas que los hombres traían a veces requisadas de pequeños campesinos de la zona, en una enorme carroza, y las ratas del almacén de provisiones en caballos que la sacaran de allí, pero toda esperanza era en vano, nunca acudió en su ayuda ningún príncipe y los largos años iban transcurriendo en aquel cochambroso campamento; solo el recuerdo de los cuentos de Sor Dominique le abstraía de tanta miseria y dolor.

Una noche después de beberse unas cajas de whisky que habían robado en el poblado, un grupo de hombres la emborracharon y se la llevaron a un bosque cercano, fue violada por todos ellos y golpeada de forma brutal hasta morir; acababa de cumplir los 12 años.

De pronto se vio flotando en el cielo y recordó aquellas palabras que Peter Pan le dirigió a Wendy:

.-piensa cosas maravillosas y ellas te elevarán por el aire.

Y escapó, escapó volando dejando atrás aquel cuerpo de niña mancillado, roto por la desesperación y por el trabajo. Olvidó a aquellos salvajes que minutos antes habían saciado sus instintos con ella, y con una sonrisa de la mano de su vieja profesora Sor Dominique, acompañada de Peter Pan, Wendy, campanilla y la pandilla de los niños perdidos , puso rumbo hacía el país de nunca jamás.

domingo, 16 de noviembre de 2008

LA MANADA (7)



El tren llegó a la estación casi de madrugada; la estación de Atocha era una enorme estructura de acero en forma de bóveda de media caña repleta de personas incluso a aquellas tempranas horas, soldados que iban y venían por los andenes, viajantes que con sus voluminosas maletas repletas de muestrarios descendían del tren a toda prisa, y un mosaico de gente esperando en el andén. Me encaminé hacía la puerta arrastrando la maleta y una bolsa de plástico, cuando vi a dos mujeres de edad avanzada acercarse a mí:


.- tu debes ser Xavier, eres igual que tu padre. Soy tu tía Leonor ¡ Hace tantos años que no te habíamos visto, por Dios como has crecido!


La tía Leonor era una prima soltera de mi padre que vivía en Madrid con su hermana Encarnación, tendría una edad indeterminada entre 65 y 75 años, y su hermana los 50 y tantos, esta última tenía una discapacidad física, era sordomuda de nacimiento, y la tía Leonor se sintió obligada a "cuidar" de ella desde que murió su madre. Ambas vivían en un espacioso piso cerca de la puerta del Sol, en la calle Príncipe, a pocos minutos en taxi de la estación. Al llegar a la finca, el portero ante mi perplejidad cogió mi maleta y la subió por las escaleras hasta el tercer piso ,mientras mis tías y yo subíamos en un elegante ascensor de madera y espejos. Las tías vivían de unas confortables y substanciosas rentas que les había dejado su padre, un indiano que hizo fortuna en Cuba antes de la revolución castrista, y que regresó cuando el régimen de castro le expropió todas las haciendas y tierras que poseía en La Habana. Su posición desahogada se reflejaba en la decoración del piso, muebles de estilo español de oscura madera trabajada, alfombras persas y un enorme espejo veneciano en el recibidor, el distribuidor era un largo pasillo con habitaciones a ambos lados que desembocaba en un salón espectacular rodeado de grandes vidrieras que daban a un balcón principal; del techo del salón colgaba una lámpara de lágrimas de cristal bellísima ,a la que le faltaban algunas debido a su antigüedad y probablemente a la dejadez de mis tías. Toda aquella casa tenía un aspecto elegante pero decadente, como un viejo noble arruinado.


.- Esta será tu habitación, puedes dejar la maleta y la asistenta te ordenará la ropa en el armario.


La habitación era tan grande como nuestro piso de Santa Rosa, o al menos eso me parecía a mí. Una cama niquelada de matrimonio presidía una estancia en la que se ubicaban dos mesitas de noche de estilo victoriano, una cómoda a juego, el armario enorme de cuatro puertas y un escritorio-librería con un sillón forrado de terciopelo marrón. El suelo estaba formado por losas cerámicas que conformaban unos dibujos florales, y que por el transcurso del tiempo habían perdido el brillo original. Lo cierto es que quedé deslumbrado, nunca había estado en una casa como aquella.


Madrid era una ciudad llena de claro-oscuros en aquellos años, la primera sensación fue el olor, un fuerte olor a café quemado y a fritos inundaba las calles que rodeaban la Puerta del Sol. Mis iniciales paseos se limitaban a caminar por la plaza y observar aquel enorme y viejo reloj que tantas veces había visto en televisión la noche de fin de año, recorrer la carrera de San Jerónimo, sentarme junto a los leones de Las Cortes y tomarme un bocadillo de calamares en la plaza Mayor. Todo era tan exótico para un pobre chico catalán de pueblo…


.- ¡Pss chaval! ¿Has visto esto alguna vez?


Me acerqué a un corro de gente que apostaban a un extraño juego, en el que un enjuto hombre con una gorra calada hasta las cejas, hacía correr un garbanzo entre tres cáscaras de nuez para esconderlo en el interior de una de ellas, el hombre que me había llamado me dijo que era fácil ganar unas pesetas si eras rápido con la vista.


.-Cinco duros la apuesta chaval.


Estuve observando durante un buen rato como un viejo gitano le ganaba al tipo de la gorra cada vez que apostaba, lo cierto es que se veía fácil acertar donde estaba el garbanzo, y al final me decidí a apostar. Era evidente que el improvisado coupier no era muy hábil con las manos.Perdí los veinte duros que me había dado tía Leonor para desayunar entre las risotadas de la concurrencia y me di cuenta que tenía muchas cosas que aprender si quería sobrevivir cinco años en Madrid.


Mientras, en el music-box de un bar sonaba Angie de los Stones, y mi mente volaba otra vez hacia el Bar Rute.