miércoles, 9 de septiembre de 2009

ALICE IN WONDERLAND

Se habían conocido por una de aquellas casualidades que el azar interpone en el trayecto de las personas; dos vidas anónimas que se cruzaron en un punto indeterminado del camino. Poco a poco, casi sin darse cuenta, se enamoraron como dos adolescentes y empezaron a tejer complicidades clandestinas. Buscaron espacios de intimidad donde las palabras eran algo más que palabras, y las caricias traspasaban la frontera física de los sentidos para adentrarse en el mundo imaginario de Alicia.

Como cada mañana ella le esperaba sentada en el mismo lugar, con el corazón acelerado por una extraña mezcla de inquietud y deseo, cuando un llanto de niño le transportó de nuevo a la realidad cotidiana; minimizó la pantalla del chat, se levantó a cerrar la puerta de la habitación donde su marido dormía tras otra de sus habituales borracheras, y con un gesto de fastidio preparó el biberón de leche para su hijo.