La facultad de Derecho de la Complutense estaba ubicada en un edificio de ladrillo rojo con unas enormes vidrieras en su fachada, aquella casa fue el lugar donde empecé a observar la realidad del entorno cotidiano desde un prisma distinto. Para un chico de provincias el mero contacto con estudiantes de distintas procedencias ya era una especie de iniciación, y más en aquellos convulsos años en los que el régimen de Franco agonizaba, la universidad era un hervidero de de movimientos contestatarios, incipientes si se quiere, pero duramente reprimidos por la Policía. El partido Comunista disponía de un organizado movimiento estudiantil, pequeños grupúsculos maoistas y trotskistas campaban a sus anchas por el campus realizando una ingente tarea de proselitismo político, y era en ese caldo de cultivo en el que un estudiante de Derecho como yo, empezó a impregnarse de una filosofía que hasta la fecha le era ajena en el ya lejano barrio de Santa Rosa.
Al bajar del autobús, aquel día observé un movimiento inusual de estudiantes y profesores en la Avenida de la Complutense que de repente empezaron a gritar consignas contra la dictadura y a favor de la liberación de detenidos en las últimas protestas contra la Ley de Educación por parte del régimen. No sé como, pero me vi inmerso en una multitud que avanzaba desde la facultad de Filosofía en dirección a Moncloa gritando consignas y cantando la internacional, mientras frente a la manifestación formaba una compañía de policías armados que nos cortaban el paso. En pocos instantes, casi sin darnos cuenta empezó un brutal carga de las fuerzas de orden público; corrí hacía el edificio de la facultad de filosofía junto a otros estudiantes, pero al entrar fuimos interceptados por un grupo de policías de paisano. Empezó un baile de porras y carreras por los pasillos hasta que noté un fuerte golpe en la cabeza, cuando recuperé la consciencia estaba tumbado en un furgón de los “grises”. Dentro, dos estudiantes lloraban junto a un hombre de unos 30 años malherido en el suelo, profesor de derecho penal, Ernesto Gonzálvez, quien tendría que ser en el futuro mi maestro en el más amplio sentido de la palabra. Los dos días que pasamos en las dependencias de la brigada politico-social no fueron los más agradables de mi estancia en Madrid, pero me ayudaron a madurar como persona, Ernesto compartió celda conmigo, y mientras se recuperaba, charlamos largo y tendido sobre la situación política en España, aunque mi interés por esas cuestiones hasta la fecha había sido nulo me ilustró sobre Marx, Engels, me habló de la revolución pendiente, del mayo del 68 francés y de sus consecuencias en nuestro país y trabamos una estrecha amistad que ha durado hasta hoy.
Entre tanto en Santa Rosa, el tiempo transcurría de forma paralela a mi agitada vida universitaria, al margen del bullicio universitario, si hubiera que buscar un espejo que reflejara el modelo de sociedad española de la época, ese era el barrio de Santa Rosa, un enclave habitado por gente de clase trabajadora a la que le importaba un pimiento la política – ya se había encargado la dictadura de comprar su silencio con tardes de fútbol en TVE y un nuevo modelo de SEAT 850-
Edu tras un par de años trabajando en las joyerías del Sr. Mingu con la ayuda de Miguel, Manolo y los demás había montado una “Gestoría”, un pequeño chiringuito dedicado a la comercialización de seguros, gestión administrativa y servicios a comercios de la zona, aún recuerdo la carta de Pepe cuando me contó la noticia, habían alquilado un pequeño local en los bajos de nuestro bloque y “el jefe” había puesto en la puerta un rótulo del tenor literal siguiente:
GRUPO ASESOR SANTA ROSA
Seguros.
Gestoría.
Economistas.
Abogados.
El “jefe” se había erigido en el Director General del garito, Pepe se encargaba de los seguros y Miguel del departamento laboral. Manolo “el del bombo” que no dejó su puesto de funcionario del servicio de recogida de basuras municipal, ayudaba por las mañanas en el reparto de documentación y gestiones en los organismos públicos, en los que hacía valer sus contactos que le proporcionaba el cargo de funcionario municipal para lograr lo imposible y Loli pasó a trabajar como secretaria. Pepe me contaba en la carta que Edu había hecho un cursillo de por correspondencia y que se había sacado el título de economista sin necesidad de ir a la universidad (sic)… por más que me pellizcaba no daba crédito a lo que estaba leyendo, sabía del atrevimiento del “jefe” pero nunca pensé que su inconsciencia llegara tan lejos, ni siquiera que tuviera la paciencia para terminar un cursillo de contabilidad en CCC por simple que fuera; más adelante descubrí que fue Loli la que hizo dicho curso a nombre del “Jefe”.
Pero las noticias del barrio me tenían que deparar enormes sorpresas que dejarían en una mera anécdota aquella iniciativa empresarial de la pandilla, y que lentamente a pesar de la distancia iban tejiendo una tupida e invisible red a mi alrededor.
Al bajar del autobús, aquel día observé un movimiento inusual de estudiantes y profesores en la Avenida de la Complutense que de repente empezaron a gritar consignas contra la dictadura y a favor de la liberación de detenidos en las últimas protestas contra la Ley de Educación por parte del régimen. No sé como, pero me vi inmerso en una multitud que avanzaba desde la facultad de Filosofía en dirección a Moncloa gritando consignas y cantando la internacional, mientras frente a la manifestación formaba una compañía de policías armados que nos cortaban el paso. En pocos instantes, casi sin darnos cuenta empezó un brutal carga de las fuerzas de orden público; corrí hacía el edificio de la facultad de filosofía junto a otros estudiantes, pero al entrar fuimos interceptados por un grupo de policías de paisano. Empezó un baile de porras y carreras por los pasillos hasta que noté un fuerte golpe en la cabeza, cuando recuperé la consciencia estaba tumbado en un furgón de los “grises”. Dentro, dos estudiantes lloraban junto a un hombre de unos 30 años malherido en el suelo, profesor de derecho penal, Ernesto Gonzálvez, quien tendría que ser en el futuro mi maestro en el más amplio sentido de la palabra. Los dos días que pasamos en las dependencias de la brigada politico-social no fueron los más agradables de mi estancia en Madrid, pero me ayudaron a madurar como persona, Ernesto compartió celda conmigo, y mientras se recuperaba, charlamos largo y tendido sobre la situación política en España, aunque mi interés por esas cuestiones hasta la fecha había sido nulo me ilustró sobre Marx, Engels, me habló de la revolución pendiente, del mayo del 68 francés y de sus consecuencias en nuestro país y trabamos una estrecha amistad que ha durado hasta hoy.
Entre tanto en Santa Rosa, el tiempo transcurría de forma paralela a mi agitada vida universitaria, al margen del bullicio universitario, si hubiera que buscar un espejo que reflejara el modelo de sociedad española de la época, ese era el barrio de Santa Rosa, un enclave habitado por gente de clase trabajadora a la que le importaba un pimiento la política – ya se había encargado la dictadura de comprar su silencio con tardes de fútbol en TVE y un nuevo modelo de SEAT 850-
Edu tras un par de años trabajando en las joyerías del Sr. Mingu con la ayuda de Miguel, Manolo y los demás había montado una “Gestoría”, un pequeño chiringuito dedicado a la comercialización de seguros, gestión administrativa y servicios a comercios de la zona, aún recuerdo la carta de Pepe cuando me contó la noticia, habían alquilado un pequeño local en los bajos de nuestro bloque y “el jefe” había puesto en la puerta un rótulo del tenor literal siguiente:
GRUPO ASESOR SANTA ROSA
Seguros.
Gestoría.
Economistas.
Abogados.
El “jefe” se había erigido en el Director General del garito, Pepe se encargaba de los seguros y Miguel del departamento laboral. Manolo “el del bombo” que no dejó su puesto de funcionario del servicio de recogida de basuras municipal, ayudaba por las mañanas en el reparto de documentación y gestiones en los organismos públicos, en los que hacía valer sus contactos que le proporcionaba el cargo de funcionario municipal para lograr lo imposible y Loli pasó a trabajar como secretaria. Pepe me contaba en la carta que Edu había hecho un cursillo de por correspondencia y que se había sacado el título de economista sin necesidad de ir a la universidad (sic)… por más que me pellizcaba no daba crédito a lo que estaba leyendo, sabía del atrevimiento del “jefe” pero nunca pensé que su inconsciencia llegara tan lejos, ni siquiera que tuviera la paciencia para terminar un cursillo de contabilidad en CCC por simple que fuera; más adelante descubrí que fue Loli la que hizo dicho curso a nombre del “Jefe”.
Pero las noticias del barrio me tenían que deparar enormes sorpresas que dejarían en una mera anécdota aquella iniciativa empresarial de la pandilla, y que lentamente a pesar de la distancia iban tejiendo una tupida e invisible red a mi alrededor.
14 comentarios:
Seguimos disfrutando con la manada, yo lo tengo todo juntito (cortoypego)para disfrutarlo de un solo trago...
Hoy en el lado oscuro se ha perpetrado una de las ignomínias mas deplorables de los últimos tiempos. Capitan usted ha contestado como se merece al autor. Se lo agradezco mucho. Ojala tuviera accesibles las palabras que me inspiraron dicho comentario, pero, como siempre, usted, mi capitan, estuvo al quite.
T'ho dic seriosament i amb la ma al cor, capità: Gracies.
De res Robert..
i gracies per llegirme, de vegades penso que perdeu el temps.
;)
...hi ha cap altre luxe més plaent que perdre el temps?...
...de totes maneres llegir-te és un plaer...
Por fin Javier es él. Por fin respira sobre lo que será su vida, las cosas que le interesan, su paso por la facultad…
Madrid se ha convertido en un sitio en el que pasan cosas más allá de la casa de la tía de Javier. Has entronizado la ciudad en la época y reflejado el ambiente de la Complu en aquellos años. Ahora y tenemos los dos polos de la historia en el mismo escrito: Madrid y Santa Rosa. La vida Universitaria e intelectual de la época y la actividad de la productiva Barcelona. La lucha contra la dictadura y el aprovechamiento de las corruptelas de la época. Dos polos que no estaban tan separados como parece. La España de los 70.
Me ha gustado mucho
Q ganas de manada ¡¡¡ gracias por continuar¡¡¡
Feliz Año ¡¡¡¡¡¡¡¡
p.d: q grande el sr. zimmerman, una lástima q no nos haya honrado con su presencia en Oviedo, aunq no me por otra parte no me extraña un pijo su "no visita", viendo algunos de los ultimos premiados.
Ya se echaba en falta La Manada.
¿Qué es eso de perdida de tiempo? Si fuera una perdida de tiempo no nos pasaríamos por aquí a comentarte y darte nuestro calor virtual.
En esta nueva entrega me ha faltado algo más de los personajes, como habíamos vivido en los anteriores. Supongo que es un capítulo de situación y que en próximas entregas nos regalarás los ojos.
Saludos
Muchas gracias, Rojo, por el esfuerzo. Según decías allá, debes de estar solo trabajando. Pero has encontrado un rato para darnos más de lo nuestro. Parece que vas rumiando qué ha de ser de Xavier (Por aquello de la red que se va tupiendo y ligándolo de nuevo a Santa Rosa). Como a Bolzano, también me parece que has ensayado una especie de esbozo, un carboncillo. Mira, no sé por qué al decir esto ya sé a qué me ha recordado Xavier (quizá desde el tercer capítulo), al protagonista de los Episodios Nacionales (perdón, no es peloteo, y seguramente será una tontería). A diferencia de Mercedes, por lo tanto, lo he leido más ajeno. Tal vez estoy influida por lo que dijiste acerca de que sólo querías trazar un esquema de futura novela.
Por cierto, y lo digo con sonrisa y amabilidad y afecto para ambos, para ti y para ella: cuando ibas contándonos lo del hervidero político en la facul, con tanto comunista y troskista pululando por ahí, me he dicho: ahí va, ahora Xavier conoce a Cristina. Seguramente habrían hecho migas.
Un abrazo y Feliz Año a todos. Y de nuevo, muchas gracias, Rojo, por tu generosidad al ofrecernos esta historia.
Mañana me voy unos días ( pocos) de vacaciones, así que os deseo a todos/as un feliz año nuevo lleno de deseos cumplidos, que nadie pierda el trabajo, y si lo pierde que sea por haber ganado una renta vitalicia.
Un beso a las chicas y un abrazo a los muchachotes.
Hasta la vuelta.
Confieso que no me he leído el post , solo he entrado un momento para mandate un cálido beso asturiano en la entrada de este nuevo año .
Feliz año y gracias por lo de wapa ( si no te importa escríbemelo de vez en cuando ,es necesario para mi autoestima en general )
Calentando motores para el 2009. Esto no hay quien lo pare.
Besos y abrazos a tutiplén.
Feliz año Cap.. y a todos los que se pasan por esta isla fantástica.
Un abrazo pa' todos y dos besos para ellas.
Buen regalo para terminar el año,sin duda...seguiré leyéndolo,no lo dudes;))
Feliz entrada de Año y a disfrutar de todo lo bueno :mucha música,muchos buenos relatos...y por supuesto, salud y buena compañía.
Saluts!!
Feliç 2009 també per a tú,Captain Jack!!
...que segueixis tan inspirat com fins ara!
:)
Publicar un comentario