miércoles, 11 de febrero de 2009

LA MANADA 15





Bajé las escaleras hacia el piso de mis tías a oscuras para no llamar la atención de ningún vecino, mientras acababa de ponerme la camisa; cuando me disponía a introducir la llave en la cerradura, unas sombras se acercaron hacia mí con rapidez.


.- Sr. Vendrell le estábamos esperando, acabe de vestirse por favor, tiene que acompañarnos.


En ese instante pude ver a mi interlocutor, un hombre de cara dibujada con las marcas de un lejano acné juvenil, vestido con un abrigo negro y pantalones del mismo color que me sonreía maliciosamente. Le acompañaba otro más joven, de gran envergadura, con la misma indumentaria y una gorra que cubría su cabeza rapada.


.- ¿Quienes son Uds. y que quieren de mí? repliqué asustado.


.- Quienes somos no es importante, y lo que queremos de Ud. es que nos acompañe. A su debido tiempo conocerá los detalles.


Su expresión ahora se había vuelto adusta, y aquella sonrisa inicial al verme semidesnudo en la escalera, había desaparecido por completo. Por mi cabeza empezaron a pasar mil y un temores ¿serían ladrones? No, ya me habrían desvalijado sin más explicaciones. ¿Un secuestro? Yo tampoco era una persona comprometida políticamente, al menos hasta el nivel de ser un potencial objetivo terrorista, y si alguien esperaba sacar un rédito económico de mi persona, evidentemente era un indocumentado. Intenté poner en práctica todas mis facultades negociadoras.


.- Necesito entrar en casa, he de coger algo de ropa, la documentación…



.- Señor Vendrell no tenemos todo el tiempo del mundo. Evíteme utilizar la fuerza. Tendrá Ud. toda la ropa que precise, y la documentación no la necesita por ahora.


Pensé por un momento en chillar, un grito de socorro a aquellas horas de la madrugada despertaría a los vecinos sin lugar a dudas, pero antes de que alguien saliera a la escalera me habrían metido en el ascensor y sacado de allí en el mejor de los casos, así que descarte la posibilidad. Entonces una idea pasó por mi mente; los dos hombres estaban a unos metros de distancia de mí en el rellano y yo ya había introducido la llave en la cerradura, una rápida vuelta a la llave y con suerte podría entrar en casa sin que tuvieran tiempo de interceptarme. Lo ejecuté con la velocidad de un escapista, pero no conté con la precaución de Tía Leonor, que cada noche le daba dos vueltas a la cerradura antes de irse a dormir.



Solo noté un golpe seco en la cabeza antes de desvanecerme. Cuando recuperé la consciencia, estaba sentado en el asiento trasero de un automóvil conducido por el gorila de la gorra, con las manos esposadas, y a mi lado el misterioso hombre del abrigo negro.


.- ¿ Está Ud. bien?


El hombre de la cara marcada por el acné me miraba con preocupación, mientras me acercaba un pañuelo mojado a la cabeza.


.- Le pondré este pañuelo en el chichón, le aliviará el dolor. Nos ha obligado a hacer lo que no queríamos Sr. Vendrell, todo hubiera sido mucho más fácil si hubiera seguido nuestras instrucciones.


La oscuridad de la noche me impedía reconocer por donde me llevaban, el coche estaba circulando por una carretera secundaria en una zona boscosa de las inmediaciones de la sierra madrileña, al pasar por un tramo iluminado pude leer fugazmente una señal de dirección a Colmenar Viejo. Sin mediar palabra, mi captor me colocó una capucha negra que me impedía la visión.


.- Tendrá que llevar esto puesto durante unos minutos, intente tranquilizarse y descansar un poco, no le va a ocurrir nada.


No recuerdo cuando tiempo estuvimos viajando, pero sí que aquellos minutos se convirtieron en un par de horas por lo menos, y que se hicieron eternas. Pensé en mis padres, en lo preocupada que estaría tía Leonor al no verme regresar; aunque ella estaba acostumbrada a verme llegar a altas horas de la madrugada, nunca en los años que llevaba viviendo en Madrid había pasado una noche entera fuera de casa. Visualicé la cara de Elvira llorando mientras me pedía un poco de cariño; todavía podía oler su perfume en mis manos, y escuchar los gemidos ebrios del coronel al otro lado del armario mientras jodía como un puerco espín.


De repente el coche se detuvo, el ruido de una verja al abrirse delató que estábamos llegando al final del trayecto, el gorila de la gorra cruzó unas palabras en francés con alguien en el exterior y el coche arrancó de nuevo transitando por un camino de tierra, a la vista del traqueteo del vehículo. Cuando por fin llegamos a nuestro destino, me sacaron del coche y me quitaron la capucha. Nos encontrábamos delante de la puerta de un palacete del siglo XVI o XVII, en cuya entrada principal estaban esperándonos un grupo de cuatro o cinco personas vestidas con el mismo modelo de abrigo que lucían mis indeseados compañeros de viaje.

7 comentarios:

Robert dijo...

esto se pone hard-boiled, que bueno!

kiko dijo...

oooooohhhh q giro¡¡¡ cada vez me gusta más¡¡¡

no tardes mucho en saciar nuestra curiosidad. Por favor¡¡¡

;)

Anónimo dijo...

Vaya salto mortal. Esto parece Berlín 1939 y la gestapo llamando a la puerta del pobre Javi.

Me está intrigando´más, aún,que antes.

Anónimo dijo...

Jajaja, seguimos con la intriga. Yo apuesto por Loli que siempre fue una muchacha muy lista, sin duda alguna.

La música también me gusta. La canción de Drexler de todo se transforma, qu+e gran verdad!

Un abrazo para todos los isle§nos.

RAMON MUNTAN dijo...

¡Hale hop!

;)

Robert dijo...

Mercedes, Mi capitan, demas lectores ...habeis visto el mate de Rudy con el 10 de POrtland homenajeando al pionero Fernando Martin,....a mi me ha saltado una lagrimita... Rudy eres....grande.
He recordado el post que Mi capitan publico al final de las olimpiadas...in your face Howard....que grandes son estos chicos....a parte de por lo buenos, porque no olvidan de donde vienen y homenajean a sus mayores, que magnífico ejemplo...

Niña hechicera dijo...

Chan-chan....la cosa merece música de suspense,sin duda....vuelve pronto,porfa;))