- Javi, dime que me quieres.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal desde la primera vértebra hasta el hueso sacro, nunca había pensado que aquella frase pudiera salir de los labios de Elvira. La miré intentando disimular el pánico, y esbocé una tímida sonrisa; su miraba era distinta, había cambiado aquella felina y seductora forma de mirarme, y ahora, desnuda y con la cabeza recostada sobre mi estómago, sus ojos delataban una ternura infinita.
Esa noche no habíamos follado como indefectiblemente hacíamos en cada encuentro, pidió que la acariciara, la besara y me quedara a su lado, dejó que entrara por primera vez al interior de su corazón y estuvo relatándome la desgraciada vida que arrastraba al lado del Coronel. Le conoció cuando ella apenas tenía 15 años y él era un cadete en la academia de oficiales de Zaragoza, sus padres, militares también, la empujaron a casarse con un individuo al que nunca amó. Gracias a Dios ( y unas trompas obstruidas) no tuvieron hijos, lo cual hizo aún más terrible la convivencia con esa especie de fascista con cara de imbécil que tenía por marido. Pronto llegaron las humillaciones en público y alguna paliza en privado, las señales de las cuales ella justificaba ante las amistades y vecinos como desmayos frecuentes debido a la tensión. Casi veinticinco años de condena junto a aquel salvaje.
Aprendió pronto a mentirle, buscó entre tanta mierda algún rédito personal y empezó a gastar el dinero que el Coronel ganaba de forma honrada y no tan honrada, a llevar una doble vida, y su colección de amantes creció a la misma velocidad que la barriga de su marido, hasta que llegué yo, me dijo; nunca antes había tenido una historia que hubiera durado tres meses, y conmigo hacía más de cinco años que nos veíamos de forma clandestina. Se preguntaba como un chico de veintitantos años seguía viéndose con una mujer de cuarenta y muchos, y entonces sus ojos se inundaban de lágrimas, quizás en esos momentos asimilaba aunque fuera solo por unos instantes su madurez, y el vértigo que le producía recordar una juventud tan lejana.
De pronto, el ruido de la puerta de entrada interrumpió como un relámpago aquella confesión de Elvira, afortunadamente ella siempre tenía la precaución de dejar las llaves puestas en la cerradura para que su marido no pudiera abrir si estábamos juntos, y el timbre empezó a sonar de forma insistente.
.- Rápido, escóndete en el armario.
.- No jodas ¡como voy a esconderme en el armario!
.- Rápido, seguro que viene a buscar algo que se ha dejado, son las 2 de la madrugada, y no termina la guardia hasta las 6.
No sé como le hice caso, pero esconderme en el armario me pareció la idea más peregrina, por tópica que se le podía ocurrir. El armario del coronel era un viejo ropero de cuatro puertas empotrado, lleno de uniformes y vestidos, con un insoportable olor a naftalina; me acurruqué como pude llevándome mi ropa, mientras Elvira corría a abrir la puerta. Pronto empecé a escuchar los gritos del coronel mientras se acercaba con Elvira por el pasillo, abrió de un golpe la puerta de la habitación y gritó:
.- ¡Sal de donde estés escondido cabrón! sé que te follas a mi mujer.
.- ¡Por Dios Leopoldo, deja de decir tonterías y ven conmigo a la cama! Ya te he dicho que tenía miedo, tal como están las cosas en este país prefiero poner la llave por dentro, nunca se sabe qué podría ocurrirle a una mujer sola por la noche.
Una grotesca risotada resonó por toda la habitación. El coronel había llegado borracho del cuartel con ganas de hacer uso del matrimonio, y tras una breve polvo, más parecido a las copulas perrunas, se quedó profundamente dormido junto a Elvira, que aprovechó la ocasión para sacarme de allí. En a la puerta y mientras me vestía con sigilo, volvió a mirarme, y con lágrimas en los ojos me suplicó de nuevo:
.- Javi, dime que me quieres, por favor.
La besé y me fui en silencio escaleras abajo, sus sollozos que se escuchaban detrás de la puerta, podían haber despertado a todo el edificio excepto a su marido. Esa fue la última vez que vi a Elvira, los acontecimientos que estaban a punto de desencadenarse me impidieron decirle nunca, que yo de alguna forma también la quise.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal desde la primera vértebra hasta el hueso sacro, nunca había pensado que aquella frase pudiera salir de los labios de Elvira. La miré intentando disimular el pánico, y esbocé una tímida sonrisa; su miraba era distinta, había cambiado aquella felina y seductora forma de mirarme, y ahora, desnuda y con la cabeza recostada sobre mi estómago, sus ojos delataban una ternura infinita.
Esa noche no habíamos follado como indefectiblemente hacíamos en cada encuentro, pidió que la acariciara, la besara y me quedara a su lado, dejó que entrara por primera vez al interior de su corazón y estuvo relatándome la desgraciada vida que arrastraba al lado del Coronel. Le conoció cuando ella apenas tenía 15 años y él era un cadete en la academia de oficiales de Zaragoza, sus padres, militares también, la empujaron a casarse con un individuo al que nunca amó. Gracias a Dios ( y unas trompas obstruidas) no tuvieron hijos, lo cual hizo aún más terrible la convivencia con esa especie de fascista con cara de imbécil que tenía por marido. Pronto llegaron las humillaciones en público y alguna paliza en privado, las señales de las cuales ella justificaba ante las amistades y vecinos como desmayos frecuentes debido a la tensión. Casi veinticinco años de condena junto a aquel salvaje.
Aprendió pronto a mentirle, buscó entre tanta mierda algún rédito personal y empezó a gastar el dinero que el Coronel ganaba de forma honrada y no tan honrada, a llevar una doble vida, y su colección de amantes creció a la misma velocidad que la barriga de su marido, hasta que llegué yo, me dijo; nunca antes había tenido una historia que hubiera durado tres meses, y conmigo hacía más de cinco años que nos veíamos de forma clandestina. Se preguntaba como un chico de veintitantos años seguía viéndose con una mujer de cuarenta y muchos, y entonces sus ojos se inundaban de lágrimas, quizás en esos momentos asimilaba aunque fuera solo por unos instantes su madurez, y el vértigo que le producía recordar una juventud tan lejana.
De pronto, el ruido de la puerta de entrada interrumpió como un relámpago aquella confesión de Elvira, afortunadamente ella siempre tenía la precaución de dejar las llaves puestas en la cerradura para que su marido no pudiera abrir si estábamos juntos, y el timbre empezó a sonar de forma insistente.
.- Rápido, escóndete en el armario.
.- No jodas ¡como voy a esconderme en el armario!
.- Rápido, seguro que viene a buscar algo que se ha dejado, son las 2 de la madrugada, y no termina la guardia hasta las 6.
No sé como le hice caso, pero esconderme en el armario me pareció la idea más peregrina, por tópica que se le podía ocurrir. El armario del coronel era un viejo ropero de cuatro puertas empotrado, lleno de uniformes y vestidos, con un insoportable olor a naftalina; me acurruqué como pude llevándome mi ropa, mientras Elvira corría a abrir la puerta. Pronto empecé a escuchar los gritos del coronel mientras se acercaba con Elvira por el pasillo, abrió de un golpe la puerta de la habitación y gritó:
.- ¡Sal de donde estés escondido cabrón! sé que te follas a mi mujer.
.- ¡Por Dios Leopoldo, deja de decir tonterías y ven conmigo a la cama! Ya te he dicho que tenía miedo, tal como están las cosas en este país prefiero poner la llave por dentro, nunca se sabe qué podría ocurrirle a una mujer sola por la noche.
Una grotesca risotada resonó por toda la habitación. El coronel había llegado borracho del cuartel con ganas de hacer uso del matrimonio, y tras una breve polvo, más parecido a las copulas perrunas, se quedó profundamente dormido junto a Elvira, que aprovechó la ocasión para sacarme de allí. En a la puerta y mientras me vestía con sigilo, volvió a mirarme, y con lágrimas en los ojos me suplicó de nuevo:
.- Javi, dime que me quieres, por favor.
La besé y me fui en silencio escaleras abajo, sus sollozos que se escuchaban detrás de la puerta, podían haber despertado a todo el edificio excepto a su marido. Esa fue la última vez que vi a Elvira, los acontecimientos que estaban a punto de desencadenarse me impidieron decirle nunca, que yo de alguna forma también la quise.
14 comentarios:
Que triste¡¡
...y q gracia, al visualizar la entrada del coronel en la estancia me acorde del chiste aquel de: "con los cuernos mi teniente con los cuernos" jajaja.
Jajaja, Kiko....
yo pensaba en el mismo chiste cuando los escribía.
;)
Saludos compañero, por cierto, un pajarito me ha dicho que haces unas esculturas cojonudas.
A mi también me ha parecido triste.
Triste por el modo en que ha ocurrido la despedida porque de otra manera ya iba siendo hora de desprenderse de una señora 20 años mayor. Este chico no tiene suerte en el amor ¡qué se le va a hacer! Pero yo creo que no busca bien. Claro que con el final nos queda la incertidumbre de saber si va a acertar en algo. Pobrecillo, ¡qué mal va por la vida!
Me sigue gustando
¿Llegamos ya a la democracia o seguimos peleándonos contra el régimen?
La transición en este país fue tan larga, que algunos aún pensamos que no se ha terminado del todo.
;)
... alguna pajara será¡¡ jaja.
se hace lo q se puede.
;)
Robert
Alba Berlín 84- Real Madrid 87
Yo estoy enganchada a La Manada. Lo del olor a naftalina me llega al alma.
El chiste en el que yo pensaba era ese de Jaimito que se mete en el armario con el amante de su madre y le pide 1.000 pelas por guardar silencio. Un día se va a confesar y le dice el cura: toma las 1.000 pelas y vete ya, pesao.
...por los pelos Mercedes, por los pelos...
Mi capitan, gracias por compartir tu narración que se va "anovelando"...
Uff! Esto se pone peliagudo por momentos!No quiero...bueno sí que quiero saber qué pasará con el pobre Javi. Esta historia me tiene en vilo...!
Siiiii!!!! muy bueno.Cortito pero preciso.Me `pregunto que giro le darás a los personajes...¿en serio lo dejan????mmmmmm...
Robert, el sábaado quise ver LA Duda, pero no había entradas. Así que acabé viendo el curioso caso de Benjamin...
Me pareció larga, un poco pesada. No entiendo por qué Brad Pitt está nominado como mejor actor- si el oscar fuera al más guapo podríamos hablar, pero creo que no se lo dan por eso ¿o sí?-
Ahora bien, me pareció un canto a la vida y eso me gustó, aunque es triste no es amarga, al contrario, tiene golpes de humor muy buenos y las actrices secundarias están todas fantásticas.
De todas formas, si la has visto me gustaría conocer tu opinión.
Gracias
Si puedes entrar en tus relatos, acuerdate de leer el puente.
Gracias
Feliz semana a todos
Hola Mercedes, pues si, he visto la Curiosa historia de Benjamin....y estoy bastante de acuerdo contigo, me sorprendí bostezando un par (o tres) de veces, la encontré larga y ampulosa, no he leido el cuento de Scott Fitgerald, pero la película no me gustó demasiado. Brad Pitt no me disgusta como actor, pero tampoco lo considero nada del otro jueves, Cate Blanchet, en cambio si me gusta mucho y aquí está bastante mediocre....yo esperaba mucho de la peli, por el director, me gustó mucho su anterior, Zodiac. La verdad es que es curioso como describen una vida en marcha atras, pero a mi no me parecio nada mas que eso, curiosa. El oscar al mejor actor supongo que se lo daran a Sean Penn aunque a mi me gustaria que lo recibiera M..Rourke por su impresionante y sentida interpretación en el Luchador. Hoy he visto una peli que me ha gustado mucho, se titula Milagro en Santa Anna, sobre los soldados negros en la segunda guerra mundial, todavia me corren lágrimas por los ojos.
Corro raudo a leer el puente, Hart Crane tiene un hermoso libro-poema titulado precisamente así El Puente.
Gracias por las valoraciones a los dos, mis queeridosa críticos virtuales.
A ver si el próximo es nuevo y os gusta. Me esforzaré
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